En pocas palabras. La trastienda de la democracia. 15-M RONDA.- Vivimos en el Estado español, un país en el que no se considera agresión sexual que 5 hombres nos metan de noche en un portal, agarrándonos de las muñecas, cuando estamos en estado de embriaguez, aprovechando su evidente superioridad física y numérica. No se considera agresión sexual que nos penetren, once veces, simultáneamente por la boca, por el ano y por la vagina mientras nos graban con sus móviles. A esto, la justicia española dice que no es violación, es abuso. Vivimos en España, dónde cada 8 horas se denuncia una violación. Sin embargo, en España, menos del 1% de la población lo considera como un problema grave.
Dónde queda la protección que el Estado de Derecho nos debería brindar. Nuestros datos personales (nombres y apellidos, fotografías y perfiles en redes sociales) han sido publicadas y difundidas en foros muy conocidos (Forocoches y Burbuja.info) en un entorno de mofa y humillación sobre nuestra agresión y violación. Estos foros son conocidos por sus comentarios misóginos (odio a nosotras las mujeres) y juicios paralelos contra las víctimas de violencia de género y por como aúpan a los machistas que a diario nos violan y, a veces, nos matan.
Nos preguntamos, por qué no se cierran dichos foros. Podrían hacerlo pues incitan al odio hacia las mujeres y a cometer delitos sobre nosotras, además de calumniar o revelar secretos que también está penado.
Además, conocimos que uno de los tres magistrados encargados de juzgar a La Manada, emitió un voto particular degradante e inquisidor, en el que en más de 200 páginas humilla a la víctima con comentarios que ponen en duda la agresión en base a su propia concepción subjetiva sobre el vídeo que los condenados graban jactándose de su crimen y valorando la vida anterior y posterior de la víctima. Es decir, no juzga los hechos constitutivos de delito en el portal donde se viola brutalmente a una joven de 18 años por cinco hombres adultos que la doblan en tamaño y edad, el magistrado valora que una joven salga de fiesta, que viaje sola, que vaya a la playa o que incluso meses después de la violación vaya a la universidad.
El jueves y el viernes las mujeres salimos a rechazar una sentencia, que consideramos injusta, cuyo fallo no atiende al relato de los hechos, no cumple el Convenio de Estambul ratificado por España ni tampoco tiene en cuenta una visión feminista para juzgar un crimen machista contra nuestra intimidad y libertad sexuales.
No hay rastro de agresión sexual cuando, después de su fechoría, ellos se van a seguir la fiesta y la dejan tirada en el portal, sin ropa, robándole el móvil antes de marcharse para que no pueda ponerse en contacto con nadie. No hay agresión sexual aunque los guardias, el personal médico y su estrés post-traumático digan lo contrario. No hay agresión sexual aunque, dos años después, siga necesitando asistencia psicológica.
La ONU analiza a la perfección la sentencia contra “La Manada” y condena a los tribunales españoles por “subestimar la gravedad de la violación y socavar la obligación de defender los derechos de las mujeres”. Es inaceptable que el sistema judicial siga señalando, poniendo en duda, el comportamiento de la víctima, no del violador, es decir, es el sistema judicial y la Ley de Enjuiciamiento Criminal los que sostienen la cultura de la violación al dejar a la interpretación del juez la intimidación o la violencia ejercidas, interpretación profundamente subjetiva.
Casi 2000 psicológicos y psiquiatras han firmado una carta enviada al Ministerio de Justicia, en ella rechazan el fallo que absuelve a La Manada de violación y tan solo los condena por abuso, afirman que “la paralización y el bloqueo son reacciones automáticas y normales ante el pánico ” y por ello no tiene sentido cuestionar el consentimiento.
Qué estamos haciendo mal para que sólo una de cada 8 mujeres violadas en nuestro país decida presentar una denuncia. Qué estamos haciendo mal para que sigamos siendo objeto de uso y consumo. Les importamos tanto que no lo saben diferenciar. Sólo somos un cuerpo sin más. Vivimos en un país en el que sabemos que antes de tener 25 años, podremos volver a encontrárnoslos, a los violadores, en cualquier calle, en cualquier fiesta, en cualquier ciudad.
¿Cómo podemos decirle a una joven violada que denuncie si el juicio va a durar años y durante todas sus fases se la va a poner en duda por los mismos que juraron protegerla? ¿Cómo? Cuando desde el primer momento va a tener que aguantar preguntas de defensa y magistrados sobre si cerró bien las piernas, si ella piensa que el violador entendió que no quería tener relaciones sexuales o si le dolió mucho. ¿Hace falta preguntar a la victima a la cual sujetan de los brazos, bloquean las salidas, cierran en círculo y cogen del cuello si intentó zafarse o hacerles saber que le hacían daño? Las personas que tenemos sentido común pensamos que no.
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