arainfo.org. Iker González Izagirre.- La matanza de Hanau reabre un debate que debería tener máxima prioridad, cómo combatir el auge de la ultraderecha. La barbarie ultraderechista ha vuelto a golpear, y de nuevo ha sido en Alemania. Desde 1990, un total de 147 personas han sido asesinadas por la extrema derecha.
Las reacciones políticas a la matanza de Hanau, en la que fueron asesinadas diez personas, en su mayoría de origen kurdo y árabe, a manos del banquero, ultraderechista y con licencia de armas, Tobías Rahjten, han llenado las portadas de los principales medios alemanes. En el Estado español, la cobertura ha sido mínima, si la comparamos con los ataques yihadistas.
El secretario general del SPD, el Partido Socialdemócrata alemán, Lars Klingbeil, se ha mostrado a favor de activar medidas concretas contra el partido ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD): "Un partido que debe ser monitoreado por la protección de la constitución". Klingbeil sostiene que "hubo un tirador en Hanau, pero hubo muchos que proporcionaron la munición, y el AfD es definitivamente uno de ellos".
El discurso islamófobo y de odio a las personas extranjeras del AfD camina siempre por el limbo legal. AfD trata de desmarcarse de la violencia de los grupúsculos neonazis y se presenta como un "partido de centro". Una estrategia similar a la que sigue el partido español Vox. Sin embargo, los vínculos con los círculos ultraderechistas y del movimiento identitario son más que evidentes.
La vicepresidenta del partido Die Linke e integrante del Bundestag Martina Renner, ha sido más contundente. Renner ve el "ataque terrorista" como "resultado de la propaganda extremista de derecha". "La AfD pertenece al nivel superior de aquellos que declaran verbalmente que las personas, los lugares y los grupos son enemigos".
"Todo lo que se expresa hoy en solidaridad en la impresión de horror también debe ser una práctica política mañana", ha exigido la dirigente de Die Linke para pedir una "agitación constante de la derecha, no solo cuando es demasiado tarde".
Las organizaciones de personas migrantes han estado advirtiendo de este peligro durante años. La organización kurda más grande de Alemania, presidida por Ali Ertan Toprak, volvió a pedir que se luche con "mayor resolución" contra "el extremismo de derecha". "Los extremistas de derecha matan específicamente a personas con antecedentes migratorios", recordó.
La canciller alemana Angela Merkel no dudó ni un minuto en afirmar que los ataques de Hanau son un crimen de odio y denunció: "El racismo es un veneno, el odio es un veneno. Y este veneno se da en nuestra sociedad y ya es responsable de demasiados delitos".
Merkel hacía referencia a los crímenes de la (célula ultraderechista) NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista), a las muertes de Halle, y al asesinato de (el político local conservador) Walter Lübcke.
Y es que, tal y como recordaba el eurodiputado de Podemos, Miguel Urban, en esta entrevista con AraInfo, las derechas francesas y alemanas, a diferencia de las españolas, se consideran antifascistas.
La propia Merkel calificaba hace una semanas de "imperdonable" que su partido (CDU) votara con la ultraderecha, en contra de las directrices del partido en Berlín, para elegir la presidencia del estado de Turingia. Sus palabras provocaron la inmediata renuncia del presidente y la disolución del Parlamento, a la espera de unas nuevas elecciones.
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