El jueves por la tarde-noche llegamos a Buenos Aires y estábamos tan cansadas que nos dimos el lujo de tomarnos un taxi hasta la casa de Agus y Diego, quienes nos recibían para descansar allí antes del encuentro plurinacional. Ese día nos dedicamos a descansar las cuerpas que andaban agotadas, además de alimentarnos rico y tomar mucho, mucho, mate.
Nos despedimos de Totoras con el corazón contento y la energía recargada de verde rural para volver a las ciudades con el último empujón del viaje, esta vez una visita relámpago a Rosario. La despedida fue emotiva, acompañadas de Nano, Amelia y Seve quienes nos abrazaron mucho para irnos con calor cariñoso a la única provincia del país que tiene la ley ILE (interrupción legal del embarazo) aprobada.
El Hornerito es una granja-cooperativa que tiene cabras, vacas, gallinas, pollos y huerta “agroecológica”. Las comillas de agroecológica las explicaremos más adelante. Las personas que trabajan en el Hornerito se organizan de forma horizontal y luchan por un terreno que constantemente les amenazan con quitarles. A su vez, su consciencia respecto al trato animal es bastante amplia e intentan tenerlos en condiciones mucho mejores que las granjas industriales.
Ya instaladas en Totoras, saludamos a todes les caminantes de cuatro patas y contestamos los mensajes que nos quedaron pendientes después del largo viaje desde Río Cuarto. Enseguida nos vamos al proyecto de inserción laboral “Vivero inclusivo de Totoras” donde trabaja Nano junto con personas con diversidad funcional, con la idea de crear puestos de trabajo donde las personas se puedan sentir válidas y, al mismo tiempo, tengan un trato alejado de las lógicas empresariales en las que se trata a los y las trabajadoras como mercancía.