El sábado, amanecimos, como en días anteriores, a las seis de la mañana. El cuerpo se levantaba y progresivamente la cabeza. Con la mecánica típica de estos viajes, se comienza la elaboración colectiva de la crónica del día anterior. A las siete se levantan más cuerpitos baladrinos y comienzan los preparativos del último desayuno en Alemania. Para las ocho, todas juntas, a mesa puesta, con Frauke de anfitriona comenzamos a tomar los pancitos, los huevos pasados por agua, los diferentes quesos. Comienzan a cerrarse las mochilas, a cerrar la subida de la crónica, gracias al saber hacer de Zialdoka y de Roberto, con revisión previa de los textos, etc.
El viernes que amanecimos con el Brexit de Gran Bretaña, lo iniciamos en Berlín con unos calores sofocantes. Tras leer comentarios de Tom y otras, por las redes sobre los escenarios nuevos europeos, nos pusimos a concretar las tareas del día. Roberto y Manolo a resolver temas del coche, ponerlo a punto para el regreso, mientras Zialdoka espera la llegada de Aida y Ruth, para hacer las comprar de alimentos para el regreso y hacer la comidita en casa de Frauke.
Los desayunos son el momento, si, es cuando desde la tranquilidad mañanera se da la conversación tranquila, se hacen los retoques de la crónica, del “agendeo” del día. Se vuelve sobre las vivencias del día anterior y se valoran, a veces se les ponen notas y todo, como un ocho con cinco, que en tiempos de alguna era un sobresaliente. En esta ocasión, el desayuno, es con Lars, en su amplia casita, un tercer piso, con mucha luz. La hora, la habitual, las ocho de la mañana y la mesa cargada de alimentos, pancitos, queso, fruta, yogures, mermeladas diversas, pastelitos. Alguna recuerda cuando en 1988, en nuestro primer viaje baladrino, esperaban al momento de la comida y se quedaban con mucha hambre, hasta que comprendieron que el DESAYUNO era el momento de meter al cuerpo, las vitaminas, calorías, proteínas, líquidos, de tooooo.
Ya van días suficientes, para hablar de nosotras, de nuestras emociones, de cómo nos sorprendemos/reímos/bloqueamos/cuidamos y tantas cositas más, que suceden entre cinco personas, que habitualmente no compartimos espacio de convivencia. El coche de Emiliano es grande, pero limitado para las necesidades de cinco personas, que durante horas y horas (hasta doce van juntas ) van rodando por esas carreteras de Francia, primero y ahora de Alemania. Que si ésta es la salida, que no.., es la siguiente, que si la máquina dice que vienen obras, que la velocidad es baja o es alta. Porfa abre la cortina superior que queremos más luz. Se terminó la canción, pon otra música...éstas y otras muchas son las expresiones de cinco personas metidas durante horas y días en ese cochecito que ya nos resulta tan familiar.