“Nos tratan como sospechosas por ser gitanas”

imagenpikaramagazine.com. Miriam Najibi Goñi.- AMUGE y la asociación de juventud gitana Romi Berriak denuncian el trato humillante recibido por siete mujeres gitanas en dos conocidas tiendas de Bilbao.

Se suponía que iba a ser una tarde entre primas y amigas de compras, pero se convirtió en todo lo contrario”. De esta manera abría Manuela Vega Manzanares el testimonio sobre la situación de acoso y humillación que vivieron ella y cuatro mujeres más –que han preferido no dar sus nombres– en un comercio. Las palabras que le siguen relatan uno de los dos casos de gitanofobia denunciados por un total de siete mujeres afectadas a quienes están acompañando AMUGE, así como la de juventud gitana Romi Berriak. Ambos sucesos tuvieron lugar a finales de enero, en Bilbao. “Deben saltar al debate público para convertir la normalidad en noticia”, manifestaba Tamara Clavería, responsable de AMUGE, durante la explicación de los casos ante los medios de comunicación el pasado 13 de febrero .

Notamos la presencia de un trabajador que empezó a mirarnos las bolsas. Continuamos como si nada cuando nos dimos cuenta de que nos seguía de un pasillo a otro. Lo hacía de una manera súper exagerada, descarada y acosadora”, narraba Manuela Vega Manzanares. Hartas, estas cinco jóvenes de entre 17 y 21 años, se dirigieron al dependiente y le preguntaron que si pasaba algo. “Empezó a reírse sin motivo ninguno, con prepotencia, con aires de superioridad…”, continuaba Manuela Vega Manzanares.

Una de estas mujeres grabó la escena. El siguiente diálogo recoge la transcripción del audio:

–¿Nos estás diciendo que nos sigues solo porque unas mujeres gitanas te robaron el otro día? – espetan ellas.

–Sí, sí, te lo admito– se escucha al trabajador.

–O sea, por ese simple hecho nos has seguido–

–Que te lo admito– insiste.

Esto tiene un nombre y es racismo”, sentenciaba Manuela Vega Manzanares. No era el único trabajador que en ese momento se encontraba dentro del establecimiento: “El resto de las y los dependientes nos hicieron un corro por habernos quejado por ese motivo. Nos dijeron que estábamos montando un circo”, detalla la afectada. Dentro había más clientes: “Toda la tienda estaba mirando. Ahí es cuando te das cuenta y sientes el rechazo que hay todavía en la sociedad”, expone Manuela Vega. Antes de marcharse, estas mujeres pusieron cinco hojas de reclamaciones que no han recibido respuesta.

En el segundo de los casos denunciados, las afectadas son dos hermanas de cerca de treinta años. “No quieren dar sus nombres porque se avergüenzan, pero quien se tiene que avergonzar es esta sociedad, no ellas”, aclara Tamara Clavería, responsable de AMUGE, quien se encargó de narrar la situación de acuerdo a lo atestiguado por las dos mujeres.

Las dos hermanas acudieron a una tienda de moda también localizada en Bilbao. Según lo que han trasladado, no tardaron en percatarse de que el personal de seguridad las estaba siguiendo por el establecimiento. Además, las y los trabajadores tampoco hicieron amago de atenderlas. Motivo por el que decidieron trasladarse a otro comercio.

Ahí empezó el calvario. Estuvieron entre cinco o siete minutos. Nadie se les acercó: ni seguridad, ni dependientes. Tampoco salieron de allí, por lo que no pitó nada”, detallaba Clavería. Entonces, se personaron un total de seis agentes de policía. “Les obligaron a entrar a los probadores, las retuvieron allí, les pidieron la identificación, pero en ningún momento les explicaron la razón de lo que estaba ocurriendo”, trasladaba la responsable de AMUGE.

Las dos mujeres denuncian que registraron sus bolsos y, tras no haber encontrado nada dentro, tuvieron que pasar por un registro corporal para el que permanecieron durante unos minutos en ropa interior en los probadores. Después, ni siquiera les explicaron el motivo de esa actuación por aviso de supuesto hurto. Tampoco recibieron una disculpa. Como en el primer caso, preguntaron si el registro se había debido a una discriminación racial. La reacción de uno de los agentes fue amenazar por haberle llamado “racista”.

Esto es muy duro y triste de contar. Entrar y que se vulneren de estas formas nuestros derechos. No solo nos acosan, nos persiguen, nos humillan, sino que además tengamos que mostrar nuestros cuerpos”, expresaba Clavería.

Había más gente en la tienda. Nadie de alrededor se acercó a preguntar por lo que había ocurrido. “Estaban llorando, pidiendo por favor que las ayudasen”, relataba Clavería, que aseguraba que el hecho ha generado “mucha angustia” a las dos denunciantes.

Lo peor no es el mal rato, sino la factura de la ansiedad y el miedo”, admitía por su parte Manuela Vega Manzanares, afectada en el primer caso narrado, quien valora recurrir a hacer las compras por internet “porque quiero ahorrarme esas situaciones”.

Recorrido legal

En uno de estos casos, las afectadas ya han interpuesto una denuncia penal acompañadas por AMUGE. Respecto al otro, esta misma asociación estudia actualmente cómo abordarlo jurídicamente junto a su servicio legal.

AMUGE y Romi Berriak reclaman, por otro lado, que las políticas de contratación y de atención al público de los establecimientos comerciales garanticen un trato de igualdad y respeto a todas las personas. Exigen, además, desarrollar protocolos de intervención ante actuaciones de prejuicios racistas.

La vergüenza, el acoso, el hostigamiento, que te señalen y que a no ser que te llamen ‘gitana de mierda’ no se considere un delito de odio como tal…”, denuncia Clavería en relación a la actual redacción del artículo 510 (delitos de odio) del Código Penal. El texto no contempla otras formas frecuentes en las que se presenta el racismo a excepción de “fomentar, promover, o incitar directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo, o contra una persona determinada por razón de su pertenencia”.

Conviene recordar, asimismo, que la identificación motivada por perfil racial está considerada como una agresión racista por Naciones Unidas. Además, el artículo 18 de la Ley Integral 15/2022, de 12 de julio, para la igualdad de trato y la no discriminación establece el derecho a la igualdad de trato y no discriminación en el ámbito de la seguridad ciudadana, disponiendo que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad evitarán la utilización de perfiles discriminatorios sin una justificación objetiva. De la misma manera, en el segundo apartado se dispone que las personas físicas o jurídicas que desarrollen servicios de seguridad privada deberán garantizar estos dos derechos no usando perfiles discriminatorios.

“Límites que no vamos a sobrepasar”

Queremos que esta normalidad cambie y, cada vez que esto suceda, saldremos a la calle para denunciarlo”, advirtió también Clavería. Muestra de esto último fue la manifestación convocada para denunciar estos dos casos el pasado lunes, 13 de febrero. A la marcha, que recorrió parte de la Gran Vía bilbaína, se sumaron otros colectivos antirracistas de Bizkaia, además de varios centenares de asistentes.

En 2021, esta misma asociación comprobó el carácter sistemático del acoso y criminalización en 15 supermercados y cinco centros comerciales de Bizkaia, mediante la técnica de investigación del testing. En estas visitas participaron al mismo tiempo varias mujeres de similar edad divididas en dos grupos, uno formado por mujeres gitanas y otro, por blancas. ¿Los resultados? En 16 de los 20 comercios, las mujeres gitanas percibieron actitudes basadas en prejuicios antigitanos por parte del personal de seguridad o personas trabajadoras.

Desde AMUGE concluyen en que estos no son hechos aislados, sino los frutos de una “cultura empresarial en la que se normaliza que el personal de tienda y de seguridad nos trate como sospechosas por el hecho de ser gitanas”.

Hay límites que no vamos a sobrepasar y este es uno de ellos. Queremos unas compras sanas, disfrutar como cualquier otra persona”, reivindicaba Clavería alegando que al entrar en los establecimientos “sufrimos sistemáticamente. Se nos tacha de ladronas. Se nos hace sentir que somos basura”.

Ser gitana es ilegal o, al menos, para que no me tachen de exagerada, sospechoso. Lo sé con seguridad siempre que voy al supermercado, al hospital o a cualquier restaurante y siento el odio en las miradas y las palabras”, manifiesta la activista Silvia Agüero Fernández manifiesta en su ensayo Mi feminismo es gitano.

¿Qué hacer?

La académica y activista antirracista Peggy McIntosh publicó en 1989 el artículo White Privilege: Unpackingthe Invisible Knapsack (Privilegio blanco: Vaciando la mochila invisible) en el que incluía algunos de los privilegios que poseía por ser blanca: “Puedo ir sola de compras la mayor parte del tiempo bastante segura de que no voy a ser seguida ni acosada”.

En la denuncia pública de estos dos casos se recordó que ambos ocurrieron delante de más personas pero, por el momento, no hay ningún testigo.

Desde AMUGE aluden a las feministas aliadas así como “a todo el conjunto de personas” a no dejarse llevar por la indiferencia ante este tipo de situaciones. En este sentido, interpelan a quien se tope con escenas similares a no actuar detrás del “esto no va conmigo”, sino “reconocer que lo personal también es político y tener en cuenta que la vida se hace desde el cuidado comunitario”. Para ser más concretas, “acercarse, preguntar o acompañar. Ser testigas morales”.

22/02/2023

Etiquetas: