La mañana del día 30 nos recibe con sol, el invierno parece que se esconde un poco y nos permite hacer un largo paseo para visitar el Vivero Nativo "Wichan-Ranquel" de la mano de Geraldine. Durante el camino vemos la parte del río que han desalojado de personas para gentrificar y revalorizar la zona. También observamos algunas de las plantaciones que la gente del vivero ha realizado cerca del río, el Cuarto, ya sabéis.
Si no nos lo cuentan, no podríamos ni imaginar que esta tranquila, amable y pequeña ciudad que nos recibe ahora, Río Cuarto, es el corazón de los agrotóxicos. Miles de hectáreas de cultivos la rodean, dedicados a la producción de bioetanol (que de "bio" sólo tiene el nombre), cuyo costo de producción energético es mayor que el supuesto ahorro energético que suponen. Cultivos hortofrutícolas bañados con glifosato como si de agua de riego se tratase y enfermedades crónicas, malformaciones y veneno que mata lentamente a la población son causa y consecuencia de un mismo modelo energético y de producción. La nueva generación de transgénicos experimentados son las semillas resistentes a las sequías, atrás queda la anterior generación de semilla modificada que expele glifosato. Pero ni las Monsanto, ni las Dupont o Bio Cuatro pueden quedar tranquilas pese a su impunidad mundial, cientos de grupos en todos los continentes hacen frente a este modelo de muerte y en Río Cuarto, no es menos.
Para despedir a la ciudad de Rosario, el lunes 28, nos dividimos la mañana entre preparar las maletas con los libros que llevaremos en el siguiente periplo y un encuentro con Lucrecia Mastrangelo, directora del documental "Nosotros, detrás del muro", que interpela nuestras vidas a este lado de los muros de las prisiones, recogiendo una mirada a las vidas diversas de las presas de la cárcel de mujeres de Rosario, donde unas 50 mujeres se encuentran encarceladas, privadas de libertad, de condiciones dignas, de afectos, de comunicación y contacto con sus familias.
Despertamos descansadas. Hemos quedado con Yanina para recoger los libros que le llegaron de la primera encomienda que mandamos; la segunda con los libros de José Iglesias nos dice que todavía no le ha llegado ya que suele tardar sobre una semana.
Con las indicaciones de Javier cogemos un colectivo y llegando a su casa nos la encontramos que va a comprar algo para que desayunemos. Su departamento es precioso, con cuatro alturas y decorado con muy buen gusto. Es una lástima que tenga que dejarlo dentro de dos meses porque vuelve su dueña. Desayunamos con ella, cogemos la maleta y las cajas de libros y llamamos a Nano para que venga a recogernos. Nos pasamos por casa de su cuñada a recoger a Peque y a Andrea y marchamos todas, las seis personas y los mil libros que ya echábamos de menos llevar a todas partes. Paramos a comprar los billetes en la terminal y nos vamos hacia el terreno que tiene medio okupado medio comprado la Asamblea Popular Plaza del Ombú (el ombú es un árbol típico de aquí).