Lo repetimos: la colectividad como eje de salvación y sanación

Lo repetimosEl jueves nos despertamos pronto y Walter nos recogió para ir hasta Concarán, el pueblo donde se ubica la CUPS (Cooperativa Unidos Para Siempre) para que nos contaran la historia de la fábrica y la situación actual por la que están pasando.

La CUPS es una fábrica textil recuperada del pueblo de Concarán, provincia de San Luis, en la que trabajan veinte personas actualmente. La fábrica se recuperó después de una toma de la fábrica que venía precedida por tres huelgas de las y los trabajadores por falta de pago. Les trabajadores eran conscientes de que entraba dinero a la fábrica, ya que la producción era grande en un momento en que la fábrica se componía de 90 trabajadores.

Así bien, en la tercera huelga después de algunos días se decidió tomar la fábrica. En esta decisión hubieron algunes compañeres que no estuvieron de acuerdo y continuaron trabajando. Finalmente, se enteraron que el patrón de la fábrica se había desentendido de la fábrica y había dejado de responder por las necesidades y la falta de pagos de los y las empleadas. Después de varios debates, las compañeras de la fábrica decidieron hacerse cargo de la misma con la ayuda de otra cooperativa textil y conformarse como entidad cooperativa.

A nivel legal, la jueza les permitió continuar en ese espacio con las máquinas y todo el aparato productor pero el juicio de quiebra que se realizó al ex dueño de la empresa exige que la fábrica sea expropiada a favor de les trabajadores para que puedan seguir trabajando en ella y pagarles la deuda a las trabajadores, de otra manera, la fábrica será puesta a subasta con el fin de pagar con las ganancias esas deudas.

Los trámites para la expropiación a favor de les trabajadores ya están realizados desde hace más de un año, sin embargo, están parados desde la administración. La información que le llegó a las trabajadoras es que lo único que falta para expropiar la fábrica es la firma del gobernador. Actualmente las compañeras se encuentran en campaña para pedir a través de la presión social la firma del gobernador de la provincia de San Luis

Desde Baladre, hemos estado brindando nuestro apoyo con un video envíado desde el Estado español y esperamos que la campaña sea prontamente beneficiosa para la fábrica y puedan expropiarla.

Por otro lado, por la tarde tuvimos la suerte de poder ser parte de un taller de socorrismo a abortos con misoprostol. El taller consta de dos partes, una primera donde grupalmente las “socorridas” se presentan, comentan de cuántas semanas están, su última menstruación y alguna cosa relacionada al tema que les interese compartir. En esta ocasión, el taller fue muy bonito porque habían varias acompañantes mujeres (amigas) que ya habían pasado por experiencias de aborto previas, algunas incluso con el mismo grupo de socorristas que ahora iba a acompañar a las nuevas chicas que decidían interrumpir su embarazo. Gracias a eso, se armó un debate muy bonito entorno a la violencia obstétrica y la desinformación que tenemos las mujeres respecto a nuestro propio cuerpo, así como también respecto a los métodos anticonceptivos, los cuales parece ser que siempre acaban siendo nuestra responsabilidad.

En este taller concretamente habían dos chicas (de un total de siete con intención de interrumpir su embarazo) que se habían quedado embarazadas porque la pastilla del día después no les funcionó. Otras dos se quedaron en estado porque cambiaron el método anticonceptivo por orden de la ginecóloga y en el descanso entre un método y otro se quedaron embarazadas. En este último caso, sucede que no se les explicó a las chicas que cuando descansas del método anticonceptivo se crea un “efecto rebote” en el que te vuelves mucho más fértil. Al no tener esta información, y tras mucho tiempo tomando anticonceptivos, las chicas creyeron que no había necesidad de cuidarse y quedaron en estado. En este sentido, llegamos a la conclusión de que un mal uso de los métodos anticonceptivos puede llegar a ser contraproducente y que, como bien dijimos antes, estamos desinformadas respecto a nuestros propios cuerpos.

Este taller fue un espacio donde se dio paso a charlar de muchas cosas que normalmente muchas mujeres no comparten en su cotidianidad con otras personas: los ciclos menstruales y su relación con la fertilidad, la violencia obstétrica, violación en la pareja, desmitificación de la culpa, entre muchas otras… Además, se intentó rebajar la tensión que algunas de las chicas estaban atravesando con chistes sobre el tema y miradas cómplices entre las presentes.

La segunda parte del taller consiste en rellenar un formulario de forma anónima e individual con las socorristas y hablar sobre cuestiones más íntimas con el fin de estipular si las chicas realmente quieren interrumpir su embarazo o si, por el contrario, se encontraran ahí por obligación de alguien cercano (familiares, pareja). Este formulario es especialmente interesante para la recogida de datos entorno al trabajo que realizan las socorristas como contraposición a la postura del Estado de que no es necesario legalizar el aborto.

Así bien, las socorristas de un pueblo cercano a San Luis de casi 100 mil habitantes acompañaron el año pasado a 500 mujeres en la interrupción de su embarazo. Claramente, donde hay ausencia del Estado, es necesaria la autoorganización colectiva para cubrir una necesidad real e invisibilizada.

Otro de los datos recogidos en estos formularios es que más del 50% de las mujeres que abortan son católicas. En este sentido, se crea una necesidad de desmitificar la culpa entre las mujeres que interrumpen su embarazo, una culpa creada por el mismo catolicismo y que arrastran las “socorridas” a lo largo de todo el proceso de interrupción.

Un último dato interesante recogido que comentamos entre las compañeras es el no reconocimiento de las violencias como violencias. Es decir, a muchas se les pregunta si sufren o han sufrido violencias por parte de su pareja y responden que no pero en las experiencias que ellas verbalizan se pueden analizar situaciones violentas.

Después de tanto charlar, debatir y pensar sobre cuestiones tan serias decidimos relajar los ánimos e irnos a un bar con las socorristas y despejarnos un poco de la cotidianidad atravesada por las jóvenes argentinas. Terminamos el día entre cháchara y risas con las chicas que durante el día acompañan situaciones de violencia tanto de las parejas como institucional. El autocuidado y el cuidado mutuo entre ellas se hace necesario para la supervivencia a las situaciones tensas que acompañan en su día a día.

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