15-M Ronda. En pocas palabras.- El delirio militarista del secretario general de la OTAN, Mark Rutte del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, defendía a finales de diciembre, que la ciudadanía europea debe aceptar “sacrificios hoy para que podamos estar seguros mañana”, ya que, según defiende, “la seguridad importa más que nada”.
El cambio de perspectiva, hacia una mentalidad “de guerra” debe llevar a “gastar menos en otras prioridades”. Una visión compartida en el plan presentado por la Presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, también del PP, para aumentar el gasto militar de los 27 países en 800.000 millones de euros. El apetito por los gastos militares ha sustituido a las inquietudes por la urgencia climática. El capital de una minoría necesita el rearme y una mayoría de la sociedad necesita la seguridad que da una sanidad y educación públicas de calidad para todas las personas, la juventud necesita una casa donde vivir, nuestros mayores no quieren ver peligrar su pensión y, sobre todo, no queremos que nuestros hijos y nietos vivan el horror de la guerra.
Este delirio militarista iniciado por los líderes europeos anuncia un futuro lleno de peligros, el más próximo, el enorme gasto militar que se deberá financiar mediante impuestos, emitiendo deuda o con recortes en otras partidas de los presupuestos, además evita el debate en los parlamentos y, en general, la información clara y detallada a la ciudadanía europea.
Sea de una manera u otra, la financiación será sufragada por la ciudadanía europea, afectando a la auténtica seguridad que preocupa a la población, la salud, la educación y los servicios sociales, que acabará empobreciendo a las capas sociales más deprimidas. Ese es el futuro que le espera a la población europea por esa pasión desenfrenada belicista.
En 2014, los Estados europeos pertenecientes a la OTAN tuvieron un gasto militar de 235.000 millones de dólares, equivalente al 1,47% del PIB de media. En 2023 esa cantidad subió ya hasta los 347.000 millones, correspondientes al 1,85%. Y ese mismo año el gasto militar conjunto de los países de la UE se incrementó el 16%, lo que supone la mayor subida desde la Guerra Fría.
España es el séptimo exportador de armas a nivel mundial y el tercero que más ha crecido en los últimos cuatro años. Según el informe anual de Paz Internacional de Estocolmo.
Como señala el informe Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, el 78% de las compras europeas de material militar provienen hoy de fuera de la UE, básicamente de Estados Unidos (el 63% del total). De ahí que para 2030, según esta estrategia, se plantee que al menos el 50% de las adquisiciones militares debería formalizarse dentro de las fronteras de la Unión, y que el 40% de todo el material militar que se compre debería ser desarrollado conjuntamente entre varios países de la UE.
Más allá de si es real o no la amenaza rusa sobre el territorio europeo, la solución no pasa por el rearme y prepararse para la guerra, sostiene un manifiesto firmado por más de 800 organizaciones sociales y cerca de 16.000 firmas de personalidades de la cultura, la política y el activismo. Además, Los contextos militaristas suelen ir acompañados de retrocesos en derechos, libertades y políticas sociales, originando miedo y alarma social, escenario idóneo para normalizar mecanismos de represión y de autoritarismo, como ya se está empezando a ver.
No podemos ni queremos aceptar que el dinero de nuestros hospitales públicos, nuestras escuelas y nuestras Universidades públicas, nuestro sistema de atención a la dependencia, nuestras políticas de protección y de cobertura social para los momentos de dificultad, de lucha contra el cambio climático, la violencia machista, el racismo o de protección frente a emergencias, de cooperación, vaya a ser destinado a comprar tanques, fusiles, cazas y misiles que, bajo el pretexto de una hipotética guerra, las élites europeas y americanas azuzan el miedo a una confrontación bélica contra Rusia que, en términos fácticos y realistas, no tiene ningún sentido.