Los embajadores de la UE han llegado a un “principio de acuerdo” para iniciar las negociaciones comerciales con EE UU. Los mandatos de negociación del TTIP 2.0 serán adoptados el lunes 15 de abril.
elsaltodiario.com Tom Kucharz.- Los gobiernos de la UE —incluido el Ejecutivo español en funciones— están dispuestos a respaldar la apertura de las negociaciones comerciales con los Estados Unidos (EE UU). Los embajadores de los Estado miembro de UE han acordado hoy, 11 de abril, en una reunión de Coreper (siglas del órgano permanente del Consejo de la UE en el lenguaje comunitario) que los mandatos que dan poder a la Comisión Europea para iniciar negociaciones con Washington serán votados por los ministros de agricultura y pesca el lunes 15 de abril. Se trata de una votación sin discusión, lo que allana el camino para iniciar formalmente la negociación de un acuerdo que buscará eliminar los aranceles de los productos industriales (incluida la pesca).
Emmanuel Macron, pasadas las 20h ha puesto una nota discordante, al asegurar que Francia “se opone al lanzamiento de una negociación comercial con los Estados Unidos que está fuera del Acuerdo de París”. Macron, ha asegurado que Francia “no está sola en esta pelea” y que debe hacer “que su voz se escuche en un momento de verdad. El proyecto europeo a largo plazo está en juego. Francia continuará elevando su compromiso con el clima, con propuestas concretas: reducción de pesticidas, neutralidad de carbono en 2050, seguridad alimentaria”.
Pese a las presiones de la industria armamentística, proclive al acuerdo con Trump, la sociedad civil, que ya rechazó el TTIP (Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión), y la potente movilización de agricultores y agricultoras, han definido la postura de Macron que, no obstante, carece de poder de veto en la votación del próximo lunes.
Parece más bien una maniobra electoralista porque el gobierno francés sabe que el asunto es sumamente delicado dada la antipatía popular por abrir ciertos sectores económicos al comercio con Estados Unidos, como por ejemplo la agricultura. A sabiendas de que no puede bloquear las negociaciones, Macron ha lanzado una proclama que no afecta en exceso a la votación del día 15.
Sin mandato parlamentario
La decisión de hoy se toma pese a la falta de mandato parlamentario. El pasado 14 de marzo, la mayoría del Parlamento Europeo rechazó la apertura de estas negociaciones. Los gobiernos europeos no han tomado en consideración la oposición de la sociedad civil organizada que movilizó contra estas negociaciones argumentando que cualquier negociación comercial con un negacionista del cambio climático, racista, misógino y un peligro mundial como es Donald Trump, será un atentado más contra el clima, la agricultura y los derechos laborales.
Una vez más, los gobiernos europeos ponen los intereses de las grandes empresas por encima de los derechos humanos y del cuidado del planeta. Están dispuestos a sacrificar la lucha contra el cambio climático por negociar un tratado comercial con EE UU que beneficia únicamente a las industrias más contaminantes y responsable de la crisis socio-ambiental.
El gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, ha engañado a las fuerzas parlamentarias y a la sociedad civil organizada, que le había exigido vetar dichos mandatos. Pero también ha traicionado a su propio grupo socialista en el Parlamento Europeo, que votó contra esta negociación comercial.
Acuerdo para la industria alemana
La tramitación del acuerdo quiere enviar una señal al presidente estadounidense Donald Trump para evitar el aumento de los aranceles a la importación de automóviles europeos. En los últimos años ha sido sobre todo el gobierno alemán, presionado por su poderosa industria automovilística, quien ha defendido la necesidad de acuerdo con Trump.
Las negociaciones comerciales sobre productos industriales fueron acordadas el pasado verano por el mismo Trump y Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Desde la congelación del TTIP (Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión) a causa de las movilizaciones de millones de personas en Europa y Estados Unidos, la Comisión Europea lleva tiempo intentando reabrir de las negociaciones comerciales. La votación sobre los mandatos el próximo lunes se producirá después de meses de intensas presiones de Bruselas, del gobierno alemán —presionado por su industria automotriz— y de la industria militar francesa. Cada uno de los ‘lobbies’ tenía sus razones.
Los franceses estaban enojados por el embargo alemán de las exportaciones de armas a Arabia Saudí. Los productores franceses esperaban en vano los componentes alemanes para el ensamblaje de cazas Eurofighter. Los alemanes estaban molestos porque París bloqueaba el mandato que permitía las negociaciones comerciales de la UE con los Estados Unidos.
El gobierno de Merkel ha trabajado duro para las grandes marcas de coches alemanas que tratan de evitar el pago de mayores aranceles cuando exportan sus mercancías al otro lado del charco. Y la industria militar francesa ha utilizado el veto francés a los mandatos comerciales como medida de presión para terminar con el embargo alemán en la venta de armas a Arabia Saudí que afecta también a la industria francesa e inglesa.
Tras el intenso trabajo de lobby, Alemania ha relajado recientemente el embargo permitiendo a Francia y el Reino Unido exportar armas con componentes alemanes a la monarquía saudí, que las utiliza en la guerra contra Yemen. Allí la monarquía salafista sigue bombardeando a la población civil, provocando decenas de miles de civiles muertos y heridos, millones de personas desplazadas y afectadas por enfermedades como la cólera por falta de agua.
Los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y Alemania, Le Drian y Maas, aprovecharon su reciente visita a los Estados Unidos para resolver sus disputas sobre las exportaciones de armas y las negociaciones comerciales. Alemania facilita el negocio sangriento de la industria francesa con el envío de armamentos a Arabia Saudí. A cambio, el gobierno alemán espera ahora que París aprueba el mandato de la UE para las negociaciones comerciales con Washington.
A su vez, la Comisión Europea se había comprometido con Trump y los poderes económicos y financieros de ambos lados del Atlántico a reabrir las fracasadas negociaciones comerciales. De cara a la galería y en muchos medios de comunicación, el gobierno francés esgrimió su preocupación por las objeciones del gobierno de Trump al Acuerdo Climático de París o por el objetivo de la UE de incluir a la pesca en el tratado. "¡No firmaremos acuerdos comerciales con las potencias que no respetan el acuerdo de París!” dijo el año pasado el presidente francés Emmanuel Macron ante la asamblea de Naciones Unidos. "No habrá acuerdo comercial con los Estados Unidos” dijo la candidata de la formación política de Macron, En Marche, para las elecciones europeas, Nathalie Loiseau.
Tras el mensaje de Macron de esta tarde, hay que dar por descontado que Francia votará que ‘no’ el lunes, pero en cualquier caso el inicio de las negociaciones podría ser aprobado por una mayoría cualificada de Estados, lo que significa que París no tiene veto y que es casi seguro que los mandatos de negociación serán adoptados.
Más importaciones de soja y gas de esquisto de los Estados Unidos
Trump no ha cambiado su estrategia: esta semana ha vuelto a amenazar con imponer aranceles por un valor de $ 11 mil millones de euros a productos de la UE por una larga disputa sobre las subvenciones públicas a la fabricación de aviones de la multinacional aeronáutica y militar Airbus, lo que está generando nuevas tensiones comerciales. Esta disputa comercial entre las empresas transnacionales Airbus y Boeing viene de muy lejos y es una guerra por quién y cómo domina los mercados mundiales de la aviación civil y militar.
Asimismo, la Casa Blanca recibió el pasado 15 de febrero un informe del Departamento de Comercio sobre si la importación de vehículos supone una amenaza para la seguridad nacional. A partir de entonces el presidente tiene 90 días para tomar medidas que podrían significar una subida de los aranceles para los automóviles de multinacionales europeas, desde el actual 2,5% hasta el 25%. Esta amenaza es el motivo del nerviosismo del lobby automotriz europeo y, muy especialmente, de la poderosa industria alemana.
Para intentar, sin éxito, aplacar a Donald Trump, la Comisión Europea, ya ha hecho muchas concesiones. Durante sus viajes a Washington en julio y diciembre de 2018 y enero de 2019, se comprometió a aumentar las importaciones de soja estadounidense y gas natural licuado. El resultado es preocupante: la entrada de soja aumentó un 112% entre julio y diciembre de 2018 y será destinada para la ganadería industrial así como para la producción de biocombustibles.
Ambos usos producen graves problemas económicos y socioambientales tales como la contaminación, suponen una agresión contra la soberanía alimentaria, la pérdida de puestos de trabajo en la agricultura o el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero. Mientras llegan más barcos que transportan gas natural licuado (GNL), de EE UU extraído con la tecnología del fracking que produce contaminación de agua y escapes de metano que agravan el calentamiento global.
Advertencia: el TTIP 2.0 revive la “cooperación reguladora”
El mandato de la Comisión Europea para las negociaciones con los EE.UU. incluye también la llamada “evaluación de la conformidad”. Se trata de eliminar las “barreras no arancelarias” al comercio mediante la opaca cooperación de funcionarios de ambos lados del Atlántico en materia de regulación y los grupos de presión de las grandes empresas. El objetivo es negociar con los Estados Unidos la bajada de estándares en la admisión de productos, una cuestión que se trata de forma muy diferente en el mercado estadounidense y en Europa.
Aceptar el modus operandi de Estados Unidos podría reducir efectivamente los costes para las empresas transnacionales y, en consecuencia, los obstáculos al comercio. Pero también hay muchos peligros. Por ejemplo, en el ámbito de los productos químicos o farmacéuticos, las normas de admisión son mucho más estrictas en la UE que en los Estados Unidos. La cooperación en materia de regulación de los procesos de admisión de productos podría, por tanto, debilitar o eliminar normas de protección de la salud, del medio ambiente y de seguridad laboral, entre otros.
Tom Kucharz: Investigador y activista. Miembro de Ecologistas en Acción y de la campaña “No a los Tratados de Comercio e Inversión”
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