Ya instaladas en Totoras, saludamos a todes les caminantes de cuatro patas y contestamos los mensajes que nos quedaron pendientes después del largo viaje desde Río Cuarto. Enseguida nos vamos al proyecto de inserción laboral “Vivero inclusivo de Totoras” donde trabaja Nano junto con personas con diversidad funcional, con la idea de crear puestos de trabajo donde las personas se puedan sentir válidas y, al mismo tiempo, tengan un trato alejado de las lógicas empresariales en las que se trata a los y las trabajadoras como mercancía.
El vivero además tiene otros proyectos en el mismo espacio. Hay un proyecto de cerámica, donde les trabajadores realizan diferentes utensilios en cerámica, la cual cuecen en un horno que fabricaron elles mismes. También hay un proyecto de producción de jabones, producción de dulces y mermeladas y producción de pomadas y cremas naturales y ecológicas, todo basado en la producción de la huerta. Todos estos proyectos se unifican para crear una caja de producción que se venden en un mercadillo mensual que se realiza en el mismo espacio de la huerta.
Es gracias a este mercadillo que se sustenta económicamente el proyecto, además de una red de socios y socias que pagan una cuota para apoyar. De este dinero se consiguen pagar los gastos y los sueldos de las personas que trabajan en el vivero.
Al día siguiente la idea era ir al hornerito, una granja-cooperativa donde además se realizan productos como dulce de leche, pan, quesos, entre otros. Sin embargo, el día amaneció grisáceo y rápidamente empezó a llover. Así que el día lo usamos para descansar y relajarnos. Estuvimos con Nano charlando y tomando mates durante la mañana y por la tarde vinieron les niñes Seve y Amelia, con quienes pasaremos el resto de la semana.
Tanto Seve como Amelia son unes niñes con mucha energía y sacamos nuestro lado más chiquillero para disfrutar de su compañía. Hasta el momento, no habíamos tenido mayor interacción con la infancia y fue una oportunidad de reconectar con este aspecto de la vida. Así que nuestros ratos con elles no han sido más que disfrutados.
Por la tarde-noche del viernes estuvimos haciendo queso casero en la casa de Nano junto con Dani y les niñes. Fueron alrededor de cinco horas en las que aprendimos el proceso quesero y por el camino charlamos de la soberanía alimentaria que genera la autoproducción. Además, presenciamos el proceso des-acelerado que lleva el queso, es decir, tarda alrededor de una semana en estar listo para comer. Un proceso muy contrario a la aceleración y la inmediatez de las ciudades donde todo se puede conseguir en el momento.
Por la tarde del sábado nos vimos con las Mujeres en Ronda de Totoras, en el espacio de su asamblea para luego charlar un ratito sobre Baladre, renta básica y, como no, feminismos. En la provincia de Santa Fe existe la ley ILE (Interrupción Legal del Embarazo) y las compas de mujeres en ronda hacen muchas veces la conexión entre el centro de salud y las mujeres que deciden interrumpir su embarazo.
Las chicas comentaron que en los pueblos la ILE se aplica de maneras muy precarias y bajo circunstancias dudosas respecto al respeto que tienen con las mujeres que interrumpen su embarazo. En este sentido, hubo un caso de una chica que cuando fue a hacerse la ecografía para el inicio del proceso de interrupción del embarazo, el ecógrafo intentó disuadirla para que no lo hiciera. Más bien al contrario, le hizo escuchar los latidos del corazón del feto de manera forzada y la trató de asesina.
Otra situación de mala aplicación de la ILE fue a una chica que le recetaron mal el itinerario para aplicarse las pastillas (Mifepristona y Misoprostol), con lo cual no pudo completar la interrupción del embarazo y se le generó una infección vaginal. Finalmente, tuvieron que derivarla a Rosario para hacer el “raspaje”.
En este sentido, las compañeras están intentando encontrar la manera de acompañar situaciones de este tipo desde lo emocional hasta lo legal e incluso momentos en los que se plantean realizar las sugerencias médicas que en ocasiones los y las médicas no realizan de forma apropiada.
Después de esto, le dimos vueltas al tema de la renta básica compartiendo y discutiendo sobre la misma. También hablamos de la grandísima problemática que tienen en la zona con la industria sojera y la contaminación por glifosato. Las chicas comentaron que están rodeadas por hectáreas de soja rociadas diariamente con glifosato en una tierra que es fértil y que no deja de dar de sí por muy maltratada que esté.
Otro gran tema que salió fue el precio de la vida, es decir, la comida y la vivienda. Estos dos son los gastos más grandes de nuestras vidas y, sin embargo, son los más necesarios para desarrollarnos.
Estábamos arreglando el mundo entre mate y unos bizcochitos y llegamos a la conclusión de que la revolución está en atacar los dos puntos fuertes del sistema: la industria alimentaria y el negocio inmobiliario. ¿cómo? Okupación y soberanía alimentaria como arma.
Todo esto lo hicimos en tres días en los que el ritmo aceleradísimo de la ciudad se rebajó para dar lugar a la tranquilidad de no escuchar casi coches por la calle, las huertas autogestionadas y la autoproducción de aquellos productos que consumimos en la cotidianidad y no conocemos sus procesos ni sus tiempos y, por esto mismo, no somos conscientes del consumo que realizamos.
Con el ritmo desacelerado de los pueblos, vamos gestionando también nuestras próximas paradas con algunas complicaciones de último momento y pensando en seguir disfrutando de nuestra estancia en Totoras.
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