Salud mental de jóvenes en un Estado español desigual

DatoEn pocas palabras. 15-M Ronda.- Se observa una creciente crisis de la salud mental entre la juventud, que coincide en el tiempo con la grave situación de vulnerabilidad que ha vivido durante su infancia la actual generación joven en el Estado español y que ha continuado con una intensa precariedad laboral juvenil.

Entre 2017 y 2023 se ha producido un empeoramiento significativo en la percepción de la juventud sobre su estado de salud mental. Si bien el efecto de la pandemia de la COVID-19 puede haber sido importante en este empeoramiento, se observa que la peor percepción de la salud mental juvenil ya se produjo entre 2017 y 2019 con un aumento de la frecuencia de haber padecido problemas psicológicos y/o psiquiátricos, por lo que el aumento del malestar no puede deberse en exclusiva a los efectos psicosociales de la pandemia. De entre todos los síntomas, el cansancio o apatía (lo sufrían el 46,2 % de las personas jóvenes), los problemas de concentración (44,9 %), tristeza (44,2 %), miedo al futuro (42,7 %), desinterés por hacer cosas (40,7 %) y problemas para dormir (39,2%) eran los más declarados.

Según el informe “Salud Mental y Desigualdad de Jóvenes en el Estado español” realizado para Oxfam Intermón y el Consejo de la Juventud del Estado español, en los últimos quince años en el Estado español ha sufrido sucesivas crisis económicas, como la Gran Recesión, el parón económico ocasionado por la pandemia de la COVID19 y, por último, la actual crisis de precios y de acceso a la vivienda.

De entre todos los grupos de edad, el que más ha visto crecer los registros de problemas de salud mental es la población joven de 15 a 34 años, la tasa pasa de registrar 5.712 casos clínicos de problemas psicológicos por 100.000 habitantes en 2011 a registrar 39.408 casos por 100.000 habitantes en 2022, lo que supone un crecimiento del 590%, por encima del resto de población adulta con un crecimiento del 450 % (“Base de Datos Clínicos de Atención Primaria” del Ministerio de Sanidad)

Así, mientras que la juventud que vive con dificultades económicas manifiesta sentir pensamiento suicida (40,8%), aquellas personas jóvenes que viven con holgura económica sólo lo sienten el (18,4 %), menos de la mitad que los que viven en situación peor. Si atendemos a los datos oficiales, encontramos una tasa por cada 100.000 habitantes en 2022 de 0,5 casos entre los menores de 15 años, de 2,9 casos entre los 15 y 19 años, de 5,2 casos entre los 20 y 24 años y de 5,2 casos entre los 25 y 29 años.

Sin embargo, quizá el síntoma que más destaca por su gravedad y frecuencia sea la ansiedad o haber sufrido ataques de ansiedad, dado que afectó al 37,8 % de las personas jóvenes y su incidencia fue seis puntos porcentuales superior en 2023 que en 2021. Según un estudio de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de Massachusetts las personas con bajos ingresos tienen entre 1,5 veces y 3 veces más probabilidades de experimentar episodios de depresión o ansiedad.

Frente a esta crisis de salud mental en las personas jóvenes, la sanidad pública es escasa en recursos, solo cuenta con 5,14 psicólogos por cada 100.000 habitantes frente a los 18 de media en la Unión Europea o los 26 de media de la Organización Europea para la Cooperación Económica. Esto genera largas listas de espera para una primera cita (de media se esperan 32 días, llegando a los cinco meses de espera para la atención infanto-juvenil en la Comunidad de Madrid).

Esto provoca que miles de personas jóvenes no reciban la terapia adecuada a tiempo para poder tratar su caso y poder garantizar su derecho a la salud mental, tan importante como la salud física.

Recibir terapias privadas solo está al alcance de unos pocos, quienes se lo pueden permitir. Estimando que el coste medio de una sesión de terapia privada en el Estado español es de 75 € y sabiendo que el salario mediano de una persona joven con empleo, en 2023, fue de 1.005,21€ netos al mes, si recibe dos sesiones de terapia psicológica al mes supondría el 15% de los ingresos mensuales de esta persona. Aunque la mitad de la población joven, con trabajo, dedicaría un porcentaje aún mayor de su salario a recibir atención psicológica.

La juventud no es un colectivo homogéneo; la precariedad laboral afecta con más intensidad a las mujeres o a las personas migrantes, entre otros, por lo que la situación socioeconómica intersecciona con otros factores generadores de desigualdad a la hora de impactar en la salud mental de las personas jóvenes.

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