15-M Ronda. En pocas palabras.- Jane Goodall, una inglesa y Mensajera de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas, en una mesa redonda, que tuvo lugar en el Foro de Davos en 2020 propuso una reducción drástica de la población de más del 90%, hasta volver a los 500 millones de habitantes que había hace unos pocos siglos.

Sin embargo, no tenemos un problema por ser demasiados, sino porque algunos consumen demasiado. Oxfam publicó un informe que decía que el 1% más rico del planeta emitía el doble que el 50% más empobrecido, y el 10% de la población más rica -entre las que probablemente nos encontremos- emite más que el 90% restante.

En septiembre de 2022, el economista francés Lucas Chancel publicó en la revista Sostenibilidad de la Naturaleza un artículo sobre la desigualdad de carbono, y se podía leer, en el año 2019, el 12% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero correspondieron al 50% más empobrecido, mientras que el 10% más rico emitió el 48%. El 1% más rico de la población puede llegar a generar hasta 30 veces más emisiones que el 50% más pobre, y hasta 175 veces más que el 10% más pobre.

Pero, lo más interesante del artículo es el análisis de la desigualdad dentro de los países. Así, el 63% de la desigualdad global en las emisiones se debe hoy en día a la brecha entre quienes emiten poco y quienes emiten mucho dentro de los países, más que a la diferencia entre países.

Entre las cumbres sobre el clima de Copenhague y París, el número de milmillonarios con intereses en el sector de los combustibles fósiles ha pasado de 54 en 2010 a 88 en 2015. El conjunto de sus fortunas personales se ha incrementado en aproximadamente un 50%, pasando de más de 200.000 millones de dólares a más de 300.000

Los ricos del mundo deben cambiar radicalmente sus estilos de vida para enfrentar el cambio climático, señala un informe elaborado por la Comisión de Sostenibilidad de Cambridge sobre Cambio de Comportamiento a Escala. Solo el 5% más rico, la llamada "élitecontaminante", contribuyó con el 37% del crecimiento de las emisiones entre 1990 y 2015. Con sus inversiones, las personas más ricas del planeta emiten una cantidad de CO2 que iguala la huella de carbono total de países como Francia, Egipto o Argentina, según un estudio de Oxfam Intermón.

Las inversiones de tan solo 125 milmillonarios emiten 393 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, la misma cantidad que Francia y un promedio anual por persona un millón de veces superior que el de cualquier persona perteneciente al 90 % más pobre de la humanidad.

Porque, por mucho que se cargue la responsabilidad de la crisis climática sobre la humanidad en general, ésta tiene un principal causante, los grandes millonarios. Ya sea por su ritmo de vida o por el gran impacto medioambiental de sus inversiones, los ricos generan una cantidad de emisiones de carbono muy superior a la media.

Cada una de estas personas genera en promedio alrededor de tres millones de toneladas de CO2, una cifra de emisiones muy superior a la media de 2,76 toneladas que emite alguien que pertenezca al 90% más pobre de la población mundial.

En España, donde la huella de carbono media es de 5,4 tonelada de CO2 por persona, el 1% más rico emite 64,7 tonelada, cifra que aún es más alta en los ultrarricos que representa, un exclusivo 0,1%.

Un ciudadano medio español expulsa cada año a la atmósfera casi cuatro veces más que un ciudadano chino, 5,6 veces más que uno marroquí, 6,4 veces más que un guatemalteco y 16,5 veces más que una persona nigeriana. Un granjero ugandés medio necesitaría 59 años para contaminar lo mismo que una persona española en un año.

Mientras que muchos de nosotros y nosotras reciclamos el plástico en casa, separamos nuestras basuras en bolsas, algunos superricos se desplazan en avión por placer, contaminando cien veces más que si fuesen en tren.

Por ello, debemos ir más allá de la sostenibilidad individual para abordar el camino de las transformaciones estructurales, señalando a quienes lo obstaculizan, no solo a quienes se benefician de la situación actual. Es urgente, abordar un cambio profundo tanto en nuestras estructuras económicas como un cambio sustancial en nuestros modos de vida.