¿Qué hay detrás de la DANA?

Imagen15-M Ronda. En pocas palabras.- Más de un millón de hogares en España se levantan en zonas inundables, con una probabilidad media u ocasional de sufrir episodios de riadas o embates del oleaje del mar. Un censo que abarca al menos 1,03 millones de viviendas en todo el país.

Nada menos que el 4,3% de todas las viviendas del país, según los cálculos elaborados por el Diario.es a partir de datos del Catastro y Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. Las cifras son claras, el 71% de las indemnizaciones por desastres naturales en España se deben a inundaciones que nos han costado a la ciudadanía más de 7.000 millones de euros en tres décadas. Siete de las 10 tragedias de este tipo con más daños registrados en España han sido por inundaciones y, tras las altas temperaturas, son el fenómeno atmosférico que más muertes provoca en España. Los efectos de la DANA tienen causas y también culpables, las corporaciones de los combustibles fósiles, que son quiénes tienen que pagar los costes de las pérdidas y daños que provoca el cambio climático, según Greenpeace.

Es el paisaje habitado de esta España que vive con un ojo puesto en riadas y subidas del mar o peligrosamente ajena a ello, dónde se producen, de media cada año, cinco inundaciones con consecuencias para la población y sus bienes, según advierte Sofía González, experta en gestión de riesgos y técnica de Protección Civil en la Región de Murcia.

Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU, los fenómenos meteorológicos extremos van a agravarse con cada aumento progresivo de la temperatura media global. Los gases de efecto invernadero provocan que las capas más bajas de la atmósfera se calienten y acumulen más humedad, lo que aumenta el riesgo de que tanto las lluvias extremas como las olas de calor se hagan más intensas. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera es la mayor en la historia de la humanidad, debido a las emisiones crecientes por la quema de combustibles fósiles fundamentalmente.

El cambio climático no solo está calentando la atmósfera, también los mares. Las excesivas temperaturas del mar Mediterráneo, por encima de la media desde abril de 2022, forman un cóctel terrorífico, actuando como una reserva de energía y humedad para alimentar estos temporales y hacerlos más intensos y severos, con mayores precipitaciones.

Se deben tomar también medidas de adaptación para proteger a las personas y aumentar la resiliencia de los territorios. Las superficies impermeables, ya sean campos secos, cauces erosionados o superficies asfaltadas aumentan la velocidad del agua y los impactos a su paso.

Recuperar el flujo natural del ciclo hidrológico, regenerando ecosistemas vitales que absorben el agua y ralentizan su curso, como zonas de ribera, llanuras de inundación, humedales y ecosistemas costeros, tanto en zonas urbanas como periurbanas y mejorar la permeabilidad y capacidad de respuesta de las superficies urbanas ante las lluvias torrenciales.

La pérdida de biodiversidad, víctima y a la vez solución de esta crisis, también está detrás de lo que está ocurriendo. Restaurar la naturaleza es la clave para protegernos frente a eventos extremos a la vez que es una oportunidad transformadora para tener unos entornos resilientes y sanos para la biodiversidad y las personas. Para esto se necesitan medidas desde el nivel local hasta el global. Invertir en restaurar la biodiversidad es invertir en salud y en protección de las personas.

Las consecuencias del fenómeno meteorológico más extremo del siglo han causado daños a más de 800.000 habitantes, que nos va a costar cera de 20.000 millones de euros. “Negar la crisis climática es condenarnos a las peores consecuencias. Hay que afrontar el futuro con el convencimiento de que vamos a aprender de nuestros errores y a poner en marcha todos los cambios necesarios para que no se repita una tragedia de estas características. Necesitamos invertir en nuestra supervivencia, con altas dosis de cooperación y apoyo mutuo por el bien común”.

Mientras la sociedad sufre las dramáticas consecuencias de la emergencia climática, las empresas que basan su negocio en los combustibles fósiles (principales causantes de la crisis climática) se siguen lucrando y continúan presionando en contra de medidas para contrarrestar el cambio climático y para eludir su responsabilidad.

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