Prevenir próximas pandemias

viñetaEn pocas palabras .15-M Ronda.- Se estima que alrededor del 60% de las infecciones humanas tienen un origen animal. Alrededor de 75% de todas las enfermedades infecciosas humanas nuevas y emergentes se transmiten entre especies de animales y alcanzan a las personas.

Más de dos terceras partes de las enfermedades emergentes (tales como el ébola, el zika y la encefalitis por virus Nipah) y casi todas las pandemias conocidas (como la gripe, el VIH/SIDA y la COVID-19) tienen su origen en los microbios presentes en animales. Se calcula que en la naturaleza existen 1,7 millones de virus desconocidos para la ciencia, de los que entre 540.000 y 850.000 tienen la capacidad potencial de saltar a los humanos e infectar a la población, de la misma forma que el nuevo coronavirus, según el informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente “Prevenir la próxima pandemia: zoonosis y cómo romper la cadena de transmisión”.

Los humanos existimos dentro de una red de vida. Esta red es un sistema complejo e interconectado en el que cada parte juega un papel importante. Cuando un componente se cambia o se elimina, todo el sistema se ve afectado y esto puede acarrear consecuencias.

No es ningún misterio saber la causa de la pandemia de la COVID-19, ni de otras pandemias del mundo actual.  Las actividades humanas que han dado lugar al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad también generan un mayor riesgo de pandemias debido al impacto que causan en el medioambiente.

El aumento de los desplazamientos y el transporte, la expansión e intensificación de la agricultura, la utilización insostenible de los recursos naturales, acelerada por la urbanización, el cambio del uso del suelo y la industria extractiva así como también, el comercio, la producción y el consumo insostenibles como el incremento de la demanda de proteínas animales, alteran la naturaleza e incrementan el contacto entre la vida silvestre, el ganado, los patógenos y las personas. Este es el camino hacia las pandemias.

La acción humana ha reducido la biodiversidad y modificado las estructuras de la población de vida silvestre a un ritmo sin precedentes. En los últimos 50 años, la población humana se ha duplicado, el tamaño de la economía mundial casi se ha cuadruplicado y el comercio mundial ha aumentado unas diez veces. Se necesitarían los recursos de 1,6 planetas Tierra para satisfacer la demanda de los humanos cada año, y más especies están en riesgo de extinción que en ningún otro momento.

La actividad humana, como la deforestación y el cultivo de alimentos, ha degradado tres cuartas partes de toda la tierra y el 40 por ciento de los océanos del planeta. El mundo ha perdido 68% de su población de vida silvestre desde 1970. Hoy en día, un tercio de toda la masa terrestre y las tres cuartas partes del agua dulce son utilizados para la producción de alimentos. Además, el 75 por ciento de las poblaciones de peces están sobreexplotadas.

La acelerada destrucción de la naturaleza podrá tener consecuencias incalculables en la salud y medios de vida, según el informe del Fondo Mundial para la Naturaleza.

La aparición de la COVID-19 ha puesto en evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida humana. Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague rápidamente o domine. La pérdida de biodiversidad brinda la oportunidad de que los patógenos pasen entre los animales y las personas.

Alrededor del 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de animales a personas. A nivel mundial, mil millones de personas son contagiadas cada año y millones de ellas mueren debido a las enfermedades causadas por los coronavirus.

La pandemia de COVID-19 es una oportunidad de reinventar nuestra relación con la naturaleza y reconstruir un sistema mundial más amigable con el medio ambiente. Abordar el surgimiento de las enfermedades zoonóticas requiere atender su causa, el impacto de las actividades humanas. A medida que crece la población mundial y nos acercamos al umbral de los 10.000 millones de habitantes, debemos comprender mejor la red de vida en la que existimos y entender su funcionamiento como un sistema íntegro.

Es hora de reinventar nuestra relación con la naturaleza y ponerla en el centro de nuestra toma de decisiones. La naturaleza nos está enviando un mensaje, el ser humano debe oírla o pereceremos.

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