Por el final de la OMC: las normas del comercio mundial deben anteponer a las personas y al planeta

Anti-WTOEcologistas en Acción.- El pasado martes 15 de diciembre dio comienzo en Nairobi, Kenia, la X Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). A ella acudirá la Comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, con la intención de desbloquear las negociaciones en el seno de esta institución (cuyos avances han sido mínimos desde la Conferencia Ministerial de Cancún en 2003) e impulsar una nueva ola de liberalización mundial del comercio. Dichas intenciones, pocos días después de la finalización de la COP21 en París, muestran el desprecio de la Unión Europea por las políticas climáticas, ya que la liberalización comercial es uno de los principales impulsores de gases de efecto invernadero

Por esta, y otras razones que se detallan a continuación, la red Seattle to Brussels (S2B), formada por diferentes colectivos europeos, entre los que se encuentra Ecologistas en Acción, se opone a las negociaciones dentro de la OMC, por considerar que dicha institución, a través de la llamada "Ronda de Doha para el Desarrollo”, promueve unas normas comerciales que benefician a una pequeña elite empresarial mundial, a costa de los derechos del planeta y de las personas.

La red S2B entiende que, aunque en los intercambios comerciales debe prevalecer el criterio de cercanía, el comercio internacinoal puede ser beneficioso para la sociedad y el planeta, siempre que las normas comerciales estén subordinadas a la democracia, a la equidad, a los límites del planeta, al trabajo digno y a la erradicación de la pobreza. Por el contrario, tanto los acuerdos comerciales que se están negociando de forma bilateral (TTIP, CETA) o regional (TiSA, TPP) como las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) han fomentado la desigualdad planetaria, la concentración de poder en unas pocas empresas, el agotamiento de los recursos naturales, el cambio climático, la ruina del pequeño campesinado o la explotación laboral de las personas.

Por ello, en esta nueva ronda ministerial los países empobrecidos han solicitado la denominada "triple R": reformar la OMC, reparar el desequilibrio de las rondas anteriores y los acuerdos de la OMC, y revisar el tratamiento especial provisto para el desarrollo de los países empobrecidos, de modo que asegure el cumplimiento de sus objetivos. Como respuesta, han obtenido vagas promesas de que estas preocupaciones se abordarán siempre que adquieran un compromiso mayor de liberalización comercial que en ninguna de las rondas anteriores, siguiendo el modelo de los tratados comerciales regionales anteriormente mencionados.

Precisamente los miembros de la red S2B están presionando para asegurar que tratados comerciales como el TTIP, el CETA y el TISA no debiliten los derechos de la gente normal y los derechos de los gobiernos para poder mostrar sus propias sociedades. Los tratados amenazan con aumentar el poder de las empresas al buscar la privatización de los servicios mientras fomentan una carrera a la baja sobre la todas las regulaciones, desde los derechos laborales hasta el medio ambiente. También ofrecen derechos superiores a los inversores internacionales a través del mecanismo de solución de diferencias entre inversor y Estado (ISDS por sus siglas en inglés).

La red S2B considera que es necesario un cambio fundamental en el sistema del comercio mundial y hay que detener las negociaciones en los tratados comerciales mega-regionales. La comunidad internacional tiene que reconocer que la OMC no es la institución adecuada para fomentar un comercio equitativo y sostenible, sino un organismo donde las grandes potencias, como la UE y EE UU, manipulan el comercio mundial en aras de los intereses de la pequeña mayoría, con un gran coste para la mayoría planetaria. En lugar de estas rondas de negociación, hace falta un debate serio e importante sobre la finalidad y el alcance del sistema internacional de comercio. Este debate debe contar con la participación de los movimientos de la sociedad en el norte y sur, sin el dominio de los intereses minoritarios de las empresas multinacionales.

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