En pocas palabras. Una tierra que agoniza. 15-M RONDA.- Las declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, mantenían que "el cambio climático ya nos afecta" y "quedan menos de cinco años para iniciar el descenso de las emisiones globales". “La acción a nivel nacional está muy lejos de lo que se necesita –sintetizó Manuel Pulgar-Vidal, de la asociación Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El abismo entre lo que estamos haciendo y lo que debemos hacer es gigantesco”. Las principales víctimas de esa tragedia climática serán las poblaciones ya vulnerables del África Subsahariana, de Asia del Sur y del Sureste, de América Latina y de los países insulares ecuatoriales. En algunas regiones, las cosechas podrían reducirse en más de la mitad y el déficit de agua potable agravarse, lo que empujará a cientos de millones de “refugiados climáticos” a buscar a toda costa asilo en las zonas menos afectadas… Las “guerras climáticas” proliferarán.
Terminó la 23ª cumbre del clima (COP23) que se celebró en la ciudad de Bonn (Alemania), del 6 al 17 de noviembre pasado. Un encuentro internacional precedido por numerosos informes científicos que muestran la urgencia de actuar si queremos limitar el calentamiento global muy por debajo de los 2 ºC. Recibió a más de 25.000 participantes, incluidas delegaciones nacionales, a representantes de unas quinientas ONG y a más de mil periodistas.
Esta cumbre sobre Cambio Climático (COP23) ha lanzado el llamado Diálogo de Talaona, con el que los países revisarán a partir de 2018 su acción climática en intervalos regulares. “Más que un diálogo es un estado de la cuestión: en dónde estamos, cómo y a dónde queremos llegar. La idea es que la COP24 de 2018 en Polonia haga esta revisión”.
La cumbre concluyó con un balance paupérrimo, sin apenas progresos. La cumbre de Bonn fue decepcionante también porque la mayoría de los asuntos han sido, sencillamente, aplazados. A pesar de que un número creciente de sucesos catastróficos nos recuerda cada día la gravedad del problema que, en el último año, se ha agravado al haber crecido un 2% las emisiones de CO2 a la atmósfera, tras dos años de esperanzador estancamiento.
A medida que el aumento de la temperatura global supera los 1°C, los devastadores huracanes, las inundaciones, los incendios forestales y las sequías se están convirtiendo en "la nueva normalidad". Dado el impacto catastrófico que ya estamos viendo, un aumento por encima de 1,5°C, o especialmente 2°C, es un horizonte aterrador. Se necesita una acción urgente a escala global para evitar los peores impactos, para las personas y para el planeta.
Si no se toman medidas urgentes, la temperatura media del planeta aumentará por lo menos en cuatro grados. Lo cual transformará la faz de la Tierra. Los polos y los glaciares se derretirán, el nivel de los océanos se elevará, las aguas inundarán los deltas y las ciudades costeras, archipiélagos enteros serán borrados del mapa, las sequías se intensificarán, la desertificación se extenderá, los huracanes, los ciclones y los tifones se multiplicarán, centenares de especies animales desa-parecerán.
Además, hemos forzado a escala planetaria la resistencia de la naturaleza. La población del mundo pasó de tener alrededor de 1.600 millones de personas, en 1900, a los 7.500 millones actuales. Durante este periodo, los adelantos tecnológicos y el uso de la energía fósil (petróleo, carbón, gas natural) permitieron satisfacer la demanda creciente de recursos del planeta.
Aunque Donald Trump lo niegue, el calentamiento del sistema climático es una realidad inequívoca. Unos 2.500 científicos internacionales, miembros del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima, lo han confirmado de modo indiscutible. Su causa principal es la actividad humana que produce un aumento descontrolado de emisiones de gases, sobre todo dióxido de carbono (CO2), producto del consumo de combustibles fósiles: carbón, petróleo, gas natural. La deforestación acrecienta el problema. Porque los árboles, las plantas y las algas de los océanos absorben y neutralizan el CO2, y producen oxígeno; de ese modo ayudan a combatir el efecto invernadero.
Las principales víctimas de esa tragedia climática serán las poblaciones ya vulnerables del África Subsahariana, de Asia del Sur y del Sureste, de América Latina y de los países insulares ecuatoriales. En algunas regiones, las cosechas podrían reducirse en más de la mitad y el déficit de agua potable agravarse, lo que empujará a cientos de millones de “refugiados climáticos” a buscar a toda costa asilo en las zonas menos afectadas… Las “guerras climáticas” proliferarán. Ante esta situación, menos cumbres climáticas y más hechos.
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