El Hornerito es una granja-cooperativa que tiene cabras, vacas, gallinas, pollos y huerta “agroecológica”. Las comillas de agroecológica las explicaremos más adelante. Las personas que trabajan en el Hornerito se organizan de forma horizontal y luchan por un terreno que constantemente les amenazan con quitarles. A su vez, su consciencia respecto al trato animal es bastante amplia e intentan tenerlos en condiciones mucho mejores que las granjas industriales.
La diversidad de actividades que existen en el Hornerito están enmarcadas en dos hectáreas de terreno cedido donde trabajan nueve personas. Todo lo que hay alrededor del Hornerito son plantaciones de soja y maíz las cuales se rocían constantemente con glifosato. De ahí, la razón por la que las personas que trabajan en la cooperativa no llaman agroecológica a su producción agrícola, ya que recientemente la normativa que regula la aplicación de glifosato sobre las tierras ha pasado de dejar 500 metros entre un terreno y otro a dejar 100 metros. Es decir, que aunque elles no utilicen agrotóxicos en su producción agrícola, los utilizados por sus vecines les afectan directamente.
Les compañeres del Hornerito nos contaron que también acogen proyectos de inserción laboral para jóvenes en riesgo de exclusión social. En este espacio se les enseña el oficio y se motiva la realización de otras formas de trabajo en las que se respete el medio, los animales y la tierra. En el Hornerito también reciben proyectos escolares en los que se muestra el trabajo que se hace en el espacio y se realiza una merienda o desayuno para les visitantes.
Además, desde el Hornerito se realizan unos bolsones de productos que contienen normalmente variedad de todos los productos que venden: pollo, huevo, harinas, quesos, verduras, dulces y frutas. Estos bolsones se preparan semanalmente y se llevan a Rosario una semana y la siguiente a Totoras. Son estas actividades, junto con el programa de inserción laboral que costea el Estado, las que realizan para financiarse económicamente.
Mientras Yami y Fede nos comentaban todo esto, Andrés cuidaba de los animales y Micho estaba realizando el dulce de leche. En la nave donde se realizan las harinas y se sitúa el taller, les niñes jugaban a diferentes cosas, gritaban y cantaban y se subían por todos lados. Antes de irnos les compramos dulce de leche a las compas de la cooperativa a petición de la Pen que desde Valencia nos sigue el viaje con las crónicas y algunos mensajitos de telegram.
Después nos vinimos a merendar con Mora (la hija de Micho), Seve y Amelia a la casa de Nano para luego irnos al taller de Alejandro donde nos reuniríamos con Analía, Fede y Yami. Estuvimos ahí charlando sobre el glifosato y el agua, los barrios empobrecidos que se están creando en Totoras y la globalización que ha extendido el neoliberalismo por todos los rincones.
Después de unos mates fuimos a la casa de Vir y Yami, donde nos recibieron las chicas para cenar y tomar unas birras. Las chicas tienen un proyecto de cooperativa que se llama Tribu, en el que hacen productos de alimentación y cosmética vegana. Fue super interesante intercambiar saberes y conocimientos tradicionales con las chicas sobre plantas medicinales y curativas, además de algunas recetas veganas que también nos pasaron.
En medio de esto, surgió el debate sobre el veganismo y el origen de los productos utilizados para realizar la producción de la cooperativa. Por ejemplo, en la utilización del aceite o la leche de coco estamos haciendo uso de una materia prima que debe recorrer muchos kilómetros para llegarnos y en ese proceso estamos generando un gasto de energía muy grande. En este sentido, se pone sobre la mesa la legitimidad de la lucha vegana respecto al gasto de energía que realiza. La conclusión fue “cuñadamente” que no se puede estar en todo y que cada una realiza la lucha desde el lugar que más lo siente según el momento en el que está. Además, sentimos como importante la consciencia que se tenga sobre cada uno de los actos que se realiza. De este modo, por ejemplo las personas que comen carne, aunque sigan haciéndolo, lo hacen de una manera más reducida y consciente.
Bueno, después de volver a salvar el mundo entre birras y parloteo, nos trajeron a la casa de Nano, donde todes estaban ya durmiendo, y nosotras nos quedamos un rato más especulando sobre nuestras futuras paradas y decidiendo algunas cositas más antes de acostarnos a dormir.
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