Hambre, miseria, injusticia

viñetaEn pocas palabras. 15-M Ronda.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) está en manos de EEUU, es su principal accionista, es el único país con poder de veto -por el peso de sus acciones- en las decisiones de esta organización financiera que opera como un banco privado a favor de los intereses de Wall Street.

El que llegó a ser el sexto presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams (1825-1829) comentó: “hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación: una es la espada, la otra es la deuda.” Y ésta se ha multiplicado en los últimos tiempos, de la mano de la creciente financiarización del capitalismo global, proceso del cual el FMI es uno de sus perros guardianes. Un grafiti en Lisboa en 2011 reflejaba la imagen que tenían de esta institución Internacional, con ocasión de su llegada a Portugal, “Hambre (en portugués Fome), Miseria, Injusticia”.

El FMI creado al mismo tiempo que el Banco Mundial, tras la Segunda Guerra Mundial, en la conferencia de Bretton Woods de 1944, con el fin de evitar que desequilibrios económicos internacionales desencadenasen nuevos conflictos, se le asignó una doble misión: coordinar las políticas monetarias en el contexto de la reconstrucción y prestar ayuda a los capitales repentinamente necesitados de divisas mediante un fondo común al que contribuían todos los miembros.

Los préstamos del FMI a los países en dificultades, su principal razón de ser, cayeron de 110.000 millones de dólares a menos de 18.000 entre 2003 y 2007. La institución “es una sombra de lo que fue”, se alegraba el economista Mark Weisbrot, que llevaba tiempo denunciando su papel en el aumento de la desigualdad. Esto ha llevado a que, la mayoría de los países le dieran la espalda.

Recién nombrado director gerente, el 28 de septiembre de 2007, el socialista francés Dominique Strauss-Kahn recibió la misión de recortar la plantilla... unos meses antes de que estallara la “gran crisis financiera” de 2007-2008.

Una plantilla de 2.400 empleados. El sueldo de los economistas fluctúa entre 100.000 y 200.000 dólares [entre 96.000 y 195.000 euros] al año. Los jefes de departamento cobran entre 320.000 y 400.000 dólares. El salario más bajo, el de un auxiliar de secretaría, se establece entre 42.000 y 63.000 dólares. Las ventajas en términos de cobertura social, jubilación, teletrabajo, permisos sabáticos, atención familiar o salas de meditación son un generoso complemento a salarios que suelen ser netos, ya que solo los empleados estadounidenses pagan el impuesto sobre la renta.

Generalmente, los países que llaman a la puerta de la institución andan tan necesitados de dinero que están dispuestos a aceptar cualquier cosa. Algunas autoridades nacionales se comprometen “por voluntad propia” a aplicar las reformas más difíciles incluso antes de recibir un solo dólar. Pero también se da el caso de que las autoridades aprovechan el secreto de sus negociaciones con el FMI para pedirle que “consigan de ellas” las medidas que no se atreven a respaldar.

En 2020 la deuda mundial (pública y privada) se disparó un 28% hasta alcanzar el 256% del PIB mundial. En este contexto, los préstamos del FMI no serán suficientes. Durante años, las políticas de liberalización financiera que ha impuesto el FMI han contribuido a agravar la magnitud de las crisis, es como si el fuego se hubiera multiplicado por diez sin que hubiera cambiado el diámetro de la manguera.

En el año 2000, Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial (1997-2000) daba un vapuleo al FMI por su responsabilidad en los estragos de la globalización neoliberal. Un ejemplo, las recomendaciones del FMI a Francia, publicadas el 26 de enero de 2022 en la conclusión de un documento de 83 páginas, piden a París que aplique la reforma de las pensiones prevista por el presidente Emmanuel Macron (si bien señalan la “oposición popular” a la que se enfrenta el proyecto), que proceda a una consolidación fiscal plurianual, esto es, una reducción del gasto público y que liberalice los “servicios no comerciales”, incluidos los públicos.

Estamos en manos de un poder oligarca financiero, que beneficia a unos pocos, a costa de la inmensa mayoría de la humanidad. El FMI no es otra cosa que el Departamento del Tesoro estadounidense.

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