Desengancharse de los oligopolios energéticos

viñeta15-M RONDA. En pocas palabras.- En 2020, la mayor parte de nuestra energía siguió proviniendo de los contaminantes combustibles fósiles. En el caso español, un escandaloso 70% del consumo energético procedía de los combustibles fósiles y la energía nuclear.

Mercado que además está bajo el control de las grandes empresas que funcionan motivadas por sus propios beneficios, donde los grupos del histórico oligopolio (Naturgy, Endesa e Iberdrola) poseen en torno al 85% de toda la red estatal de distribución. Además, junto a la compañía energética EDP y ahora Repsol, controlan alrededor del 70% de la potencia instalada a través de la generación y el 90% de las ventas finales a través de sus comercializadores.

El mundo necesita abandonar lo antes posible los combustibles fósiles para transitar de una economía extractivista a una sociedad regenerativa. Eso significa un nuevo sistema energético justo, ecofeminista y 100% renovable, cuya propiedad sea democrática y que no comprometa el bienestar y la supervivencia de las personas ni del resto de seres vivos.

Con la energía en manos de las personas y de las comunidades, basadas en la autoproducción y el autoconsumo compartido, podemos hacer frente a los retos climáticos, ecológicos y sociales en colectivo. La energía comunitaria revitaliza la economía local al facilitar que los beneficios, tanto económicos como sociales de las instalaciones renovables, se queden en los territorios, al crear empleos, al disminuir las facturas eléctricas, al aumentar la independencia energética frente al oligopolio o al reducir el consumo energético.

Las comunidades de energías renovables, son entidades jurídicas basadas en la participación abierta y voluntaria, autónomas y controladas efectivamente por socios o miembros que se encuentran en las proximidades de los proyectos de energías renovables que son propiedad de dichas entidades jurídicas y que éstas han desarrollado, cuyos socios o miembros son personas físicas, PYMES o autoridades locales, incluidos los municipios, y cuya finalidad principal es proporcionar beneficios ambientales, económicos o sociales a sus socios o miembros o a las zonas locales en las que operan, en lugar de beneficios financieros”.

Según las estimaciones del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima para el año 2030 se prevé una demanda de los sectores residencial y terciario, en torno a 156.608 de un gigavatio durante una hora (GWh), lo que implicaría además una reducción de Gases de Efecto Invernadero de aproximadamente 12,365 millones de toneladas de C02-equivalente. Con 8.245 comunidades energéticas se podría llegar a producir anualmente para el año 2030, 148.610 GWh, casi el total de la demanda de los sectores doméstico y terciario.

Importancia de crear comunidades energéticas renovables:

    • Promueven la descentralización del sistema energético, luchando contra el oligopolio energético.
    • • Impulsan la participación ciudadana horizontal, democrática y transparente.
    • Contribuyen a la cohesión social y a la creación de comunidades resilientes con enfoques de género e interseccionales que tengan en cuenta a colectivos vulnerables.
    • Aumento multiplicador de las instalaciones renovables de forma descentralizada respetuosa con el medio.
    • Creación de empleos locales y fortalecimiento de la economía local.
    • Disminución de la factura eléctrica para la ciudadanía, PYMES y administraciones.
    • Aumento de la independencia energética frente a grandes multinacionales.

 

Hablar de crisis climática es hablar de la crisis de un sistema económico basado en las desigualdades sociales. Un sistema que es a la vez causa y consecuencia de otras crisis que se interrelacionan unas con otras: crisis social donde cada vez son mayores las desigualdades sociales, crisis energética y de materiales, crisis sanitaria, crisis de pérdida de biodiversidad, y crisis de cuidados, entre otras. En definitiva, nos encontramos ante una crisis estructural.

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