Capitalismo es barbarie

Capitalismo es barbarieEn Pocas Palabras. 15-M SERRANÍA DE RONDA.- Cada año, y por estas fechas, los más ricos y más poderosos del mundo se reúnen en la ciudad suiza de Davos para hablar entre ellos de la “verdad”, de una realidad que sólo ellos conocen porque son ellos mismos los que hacen que las cosas sean en el mundo de una forma y no de otra. Los ricos que acuden a Davos, entre todos ellos cuentan con un patrimonio de 450.000 millones de euros, prácticamente el total de los Presupuestos Generales del estado español.

La ONG Oxfam ha publicado un informe con motivo de la celebración, esta semana, del Foro de Davos que desvela que la riqueza mundial acumulada por las 26 personas más ricas del mundo equivale al presupuesto de, al menos, 3.800 millones de empobrecidos. Tan solo el 4% de La recaudación fiscal mundial procede de los impuestos sobre la riqueza.

El lema de este 50 Foro es “Accionistas por un mundo más cohesionado y sostenible”, todo un cinismo propagandístico, en los debates incluyen dos paneles cuyos títulos son: “Equilibrar la desigualdad nacional y global” o “Romper las barreras legales a la igualdad”.

La desigualdad económica está fuera de control. En 2019, los 2153 milmillonarios que hay en el mundo poseían más riqueza que 4600 millones de personas. Esta enorme brecha es consecuencia de un sistema económico fallido y sexista que valora más la riqueza de una élite privilegiada, en su mayoría hombres, que los miles de millones de horas del esencial trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado que llevan a cabo fundamentalmente mujeres y niñas en todo el mundo.

Oxfam Intermón muestra cómo el modelo económico sexista está alimentando la crisis de desigualdad, permitiendo a una élite millonaria acumular vastas fortunas a costa del resto de la ciudadanía, especialmente de las mujeres y niñas en mayor situación de pobreza. Como muestra, un dato demoledor: los 22 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que todas las mujeres de África.

Las mujeres de más de quince años dedican 12.500 millones de horas diarias a este tipo de trabajo, que engloba actividades como el cuidado de niños y niñas, personas mayores, enfermas o discapacitadas, además de tareas domésticas como cocinar, lavar o ir a buscar agua o leña.

Este tiempo supone una contribución a la economía mundial de al menos 10,8 billones de dólares anuales, una cifra que triplica el tamaño de la industria mundial de la tecnología, es decir, del gasto total en tecnología que realizan en todo el mundo personas, empresas y gobiernos.

Ellas se ocupan de más de las tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado. A menudo se ven forzadas a reducir la jornada laboral o renunciar a su empleo remunerado para poder hacerse cargo de los cuidados. En todo el mundo, el 42% de las mujeres no puede acceder a un trabajo remunerado porque son las responsables del trabajo de cuidados, en comparación con tan sólo el 6% de los hombres.

Las mujeres también constituyen dos terceras partes de la mano de obra que se ocupa del trabajo de cuidados remunerado. Puestos de trabajo como el de enfermera, trabajadora del hogar o cuidadora a menudo están mal remunerados, no tienen derechos laborales, conlleva un horario irregular y pueden suponer un importante desgaste físico y emocional. Sólo el 10% de las trabajadoras del hogar están protegidas por la legislación laboral igual que el resto de trabajadoras.

Esto tiene que cambiar. Los Gobiernos de todo el mundo deben tomar medidas urgentes para construir una economía más humana y feminista que valore lo que realmente importa para la sociedad, en vez de alimentar una carrera sin fin por el beneficio económico y la acumulación de riqueza. Invertir en sistemas nacionales de atención y cuidados que permitan abordar la desproporcionada responsabilidad del trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres y las niñas, introducir un modelo fiscal progresivo en el que también se grabe la riqueza y legislar para proteger a las personas que se ocupan del trabajo de cuidados son medidas tanto posibles como cruciales.

El hecho de que estos ricos han llevado al Planeta y a la Humanidad hasta la puerta de su fin sean los que ahora abogan por tan loables propósitos en este Foro de Davos supone, cuando menos, una gran mentira con descaro.

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