Seguimos repitiendo el error, por otro lado lógico y entendible, de intentar leer este presente y el futuro más cercano con las herramientas que nos vienen del pasado, de las prácticas en otra realidad que poco tiene que ver con ésta que vivimos. Lógico y entendible, por un lado, porque nos faltan prácticas reales lejos de la teoría desde las que despojar lo que el papel aguanta pero la cotidianidad no. Y por el otro, porque aunque no lo parezca o no lo queramos ver, la realidad político social actual nada tiene que ver, aunque nos lo recuerde, con lo vivido en décadas anteriores.
Atravesamos una realidad mucho más compleja, con un papel principal de internet y las redes sociales que nos marcan otras formas muy diferentes de relación, siempre desde el yo y casi nunca desde el nosotras. Afrontamos el fin de la sociedad del transporte y la automoción tal y como la conocemos, debido a las limitaciones del agotamiento de las energías fósiles, lo que nos obliga a repensar el sentido de lo urbano como forma de vida y su relación con el medio rural. A lo que se suma una conciencia global de no futuro desde las lógicas del empleo desechada ya la teoría, que nunca fue práctica, del pleno empleo y el supuesto estado del bienestar. Y una certeza cada vez menos rebatible: No hay vuelta atrás, no volveremos a las capacidades de crecimiento de años pasados y lo que está por venir, será peor que lo vivido si no hacemos nada por remediarlo.
La despolitización de la clase obrera, convirtiéndola en clase media imaginaria, pero sin recursos reales para serlo, nos ha sumido en búsquedas individuales de salida a la precariedad bien desde un boleto premiado, bien desde la falacia del emprendimiento personal.
Es evidente que no conocemos el camino correcto, la fórmula que provoque la reacción que nos haga superar el capitalismo y el patriarcado que nos oprime y nos explota. Pero sí que algunas hemos decidido afrontar la vida. Generar espacios propios de ensayo de otras formas de existencia y manera de relacionarnos. Espacios donde atrevernos a equivocarnos y llevar a cabo las lógicas de nuestras utopías, de la sociedad que queremos construir aquí, en el “ya” en el que vivimos. Conscientes de que es el momento no ya de tomar sus medios de producción, sino de crear los nuestros en paralelo. De construir lugares comunes desde los que podamos comer y vivir de manera digna, única manera posible de parir otra sociedad más justa. Convencidas de que la única forma de seguir militando es sosteniendo nosotras mismas nuestras vidas, desde el apoyo mutuo, siempre con otras. Empecinadas en que la forma más a nuestro alcance de romper con la dependencia de nuestras islas en lo económico, moneda indispensable para seguir sumidas en nuestra realidad colonial, es comenzar a generar nuestra propia economía. Con cooperativas paridas por las gentes de los colectivos y organizaciones sociales, sustentadas por sus manos y sus ideas, como apoyo directo a nuestras luchas. Generando una red de apoyo mutuo real donde unas sostengamos a las otras. Ocupando todos los espacios de necesidad en nuestras vidas para cada vez menos tener que acudir a sus formas empresariales basadas en el capitalismo, y cada vez más consumir en las nuestras, donde los beneficios van destinados a proyectos sociales y la producción a sostener las vidas de las de abajo, de nuestras gentes, aprendiendo de la economía feminista que pone la importancia de los cuidados en primer término, de aquello que sostiene la vida pero no es cuantificable desde lo monetario.
Tenemos que mirar cada vez más a las “nuevas” formas organizativas y comunales nacidas en Latinoamérica y otros territorios de países “no centrales”, desde los primeros movimientos creados en Argentina a partir del 2001 como la Federación de Organizaciones de Base (FOB), pasando por los caminos tomados en los territorios Kurdos de autogobierno poniendo el patriarcado como elemento clave a combatir desde lo más cotidiano y organizativo, a las Comunidades Zapatistas en Chiapas, hoy lejos de los titulares de sus medios de comunicación, porque temen su duración en el tiempo y que sus logros en forma de educación comunitaria, construcciones antipatriarcales, sanidad alternativa, alimentación ecológica, descolonización y autonomía sean tomados como ejemplos reales a seguir y conseguir. No poniendo el foco en la toma de sus poderes sino en la creación de los nuestros propios.
Es el momento en Canarias de apostar por construir en el presente lo que deseamos para nuestro futuro. De romper con el miedo que nos paraliza y atrevernos a crear las bases que sostengan la construcción de otro país desde abajo, desde nuestros pueblos y barrios. Otros territorios ya han comenzado a hacerlo, existen redes de mercado basados en la economía transformadora y solidaria que sostienen vidas militantes y proyectos de construcción social. Debemos generar realidades de fortaleza social para parir campañas de denuncia y acción política, asesoramiento judicial y cobertura de abogadas, gestión de viviendas y comedores comunitarios, escuelas alternativas, centros sociales y de ocio, espacios para las más pequeñas donde engendrar cuidados colectivos que faciliten las opciones de vidas a sus madres y padres, y para las personas mayores, dadas totalmente de lado por la sociedad actual. Todo ello a través de herramientas creadas para dar servicios financieros éticos y solidarios como Coop57 (https://www.coop57.coop/es).
En eso estamos. Algunas ya hemos comenzado a andar este camino compartido. Desde gentes que habitamos Espacios Sociales como el del Café Despacio en Gran Canaria, donde se ha puesto en marcha un grupo cooperativo para “vivir en común” en el que se plantean salidas colectivas a la problemática del techo, que tantas sufrimos, pero en la búsqueda de construcciones de miras mucho más amplias, trabajando ya desde hace mucho en prácticas de economía social y recursos compartidos. O desde El Espacio Sociocultural La Casa en La Orotava, desde donde algunas hemos parido hace ahora un año La Cafebrería Tifinagh Sociedad Cooperativa, conectada a organizaciones y grupos que trabajan contra la exclusión social y la precariedad dentro y fuera de nuestro archipiélago, y cuyos beneficios económicos irán destinado a los proyectos expuestos, manteniendo a su vez las ya consolidadas realidades de medios de comunicación comunitarios como Radio Pimienta, grupos de consumo y productoras, espacios de ocio y estudio como la Biblioteca Popular Javier Montes de Oca, Punto de Información de Derechos Sociales y denuncia entre otras, en las que llevamos trabajando hace más de una década… Además otras compañeras trabajan ya en la consecución de otras cooperativas desde otros campos como la agricultura ecológica y la formación, haciendo que poco a poco vaya creciendo más la red y la coordinación que hagan posible el dejar de delegar nuestras vidas y tomar las riendas de nuestro destino.
Pero todo esto no será posible sin ti. Sin que otras como tú se sumen a este sueño compartido. Sin que entendamos que es responsabilidad de todas las personas que creemos firmemente en otros mundos posibles, en una Canarias libre basada en valores de igualdad social y libertades, pongamos nuestro granito de arena. Acércate a los proyectos, colabora con ellos poniendo tu tiempo, tus manos y cabeza o económicamente, haciéndote socia de estas iniciativas o de las asociaciones que están naciendo para sostenerlas y multiplicarlas como la reciente Tewiza o la iniciativa de “Amigas de Tifinagh”. Ponte en contacto con nosotras, crea tus propios espacios y únelos a la coordinación. Estamos seguras que solas somos incapaces de conseguir nada, pero ¿juntas? Juntas somos capaces de abrir las veredas y construir nuestros propios caminos.
Jose Miguel Martín Muñoz
Asamblea Canaria por el Reparto de la Riqueza
La Orotava, abril de 2017
- Inicie sesión para comentar