Este viernes, pudimos disfrutar de la vista de Berlín desde un tejado muy especial, el de una llamada House proyect, que debe traducirse por un proyecto de casa compartida o común o comunidad de gentes. En este caso es el edificio okupado donde está la Iniciativa BASTA, y donde vive un muy buen coleguita de Ruth, Mahats; él fue quien nos subió al tejado, que al parecer es su lugar favorito de la casa. Donde viven 60 personas y en los bajos está el Centro Social con su barra, una sala de Conciertos y el punto de Información y denuncia Basta, que son muy coleguitas de las baladrinas de ALSO, de Oldenburgo.
Tras ver todas las dependencias de la casa, desde el espacio/tienda de ropa gratis, la cocina de los cenadores, las habitaciones de algunas, etc...nos sentamos durante tres horas a intercambiar impresiones y conocernos más con las gentes de la Iniciativa Basta. Tras aclarar quién somos cada cual, qué hacemos y cómo estamos en nuestras realidades más inmediatas, pasadas tres horas, nos pasamos los correos y teléfonos, asumiendo que en próximos viajes quedaremos de manera más extensa y con concreciones previas por ambas partes. Coincidimos nosotras y se lo expresamos que su Punto de Información es muy similar a Erletxe o al de Coia o el de la ACRR... la diferencia está en que ellas atienden tres días a la semana, y que acompañan a muchas de las personas que les consultan para evitar que en el Job Center les tomen el pelo o les maltraten, entre otras razones porque muchas de estas personas que acuden al Punto, no conocen el idioma alemán, y menos aun el lenguaje farragoso del Hartz IV.
Pero antes de ver/disfrutar de ese tejado lindo, desde el que se veía una parte importante de Berlín, no fue lo único que hicimos este viernes de encuentros. La mañana comenzó con desayuno a las siete y media con la amiga que nos da cobijo, casi nada. Con ella nos pusimos al día de las iniciativas antiracistas y antifascistas que están procurando articular, ante una Alemania cada vez más racista y conservadora, que ve como va cuajando el miedo a las diferentes, colocando a las migrantes en el centro de sus miedos y frustraciones. Exigiendo el cierre de fronteras y que regresen todos a sus países de origen. También hablábamos, ya entre nosotras sobre la pobreza visible en las calles de Berlín, así como el deterioro mental, de las gentes que sobreviven/malviven durmiendo encima de cartones en cualquier parque o esquina de la ciudad.
A las doce y media de la mañana, tras una comidita suave, salimos del piso, para tomar el metro, y de nuevo, equivocaciones , angustias y nervios. Mirar el plano en ese celular es todo un arte, a nada que te equivocas vas en dirección contraria. Y de esa manera lo que tenía que ser un camino de diez minutos se convierte en veinte o más y nos hace llegar tarde a la primera cita. Entre metro y Subte/tren de cercanías(Ubahn-S-Bahn), cuando estamos en el cambio, vemos a una mujer joven, con una bicicleta procurando tomar el ascensor, para salir con todas sus bolsas colgando del manillar y el sillín de la bicicleta. Es una imagen que nos acompañó todo el día, es evidente que duerme en la calle, que está rota, que pasó el umbral del estado de la NO vida que dicen las baladrinas; ella insiste ante quien la mira que está durmiendo en la calle, su mirada te rompe el corazón, te abre la conciencia, te incendia el cuerpo y te salen ganas de gritar, de orientar el odio que genera tantísimo dolor…. Y nosotras a todo correr para llegar lo mas pronto posible a la cita con Carolina, una profe de la visión Queer, en la Facultad de Trabajo Social. Llegamos tarde y recurrimos a la tecnología para salvar los muebles y poder dar con la sede de ReachOut, que estaba a cincuenta metros de la estación del S-Bahn donde habíamos quedado. Me ahorro contaros los minutos de agobio, llamadas, correos.. para salvar la cita. Al final, quince minutos tarde nos sentábamos en la sede de ReachOut a intercambiar lo que cada grupo hacemos, nuestras historias de luchas, etc. Este colectivo se centra en el asesoramiento a las víctimas de violencia racistas, de la extrema derecha, del fascismo, pero sobre todo de ataques racistas. Ellas acompañan y asesoran, a la vez que generan conciencia y denuncia social. Trabajando con otros grupos y personas que vienen del movimiento antifascistas de Alemania en la lucha contra esas violencias indeseables. Pero reiteraban que ellas apuestan por ese estar y acompañar a las víctimas. Como suele ser en nuestros enredos, vamos concretando citas para el año próximo, pero quedando antes en intercambiar informaciones, en tenernos en cuenta.
Al terminar la reunión, de dos horas, Carolina nos acompaña al S-Bahn, vamos a tomar el mismo y eso nos da pie/posibilidad de que ella nos relate su historia, de como tuvo que salir amenazada de Colombia hace ocho años, de la dureza de la represión vivida, los miedos paralizantes, que ahora, años después puede expresar. Igualmente nos comenta como el salario que cobra de la Universidad, es tan bajo que debe limpiar casas para sobrevivir. De repente Ruth y ella casi empiezan a construir el espacio global de trabajadoras y empleadas domésticas. Con la conversación vinieron las disculpas por las conversaciones entre ellas, para llegar al local. No os lo perdáis resulta que Carolina se había dejado el celular en casa y nosotras llegando quince minutos tarde a una cita en este país, pues eso que cuando Carolina pudo hablar con otro teléfono con Ruth ya estaba digamos que nerviosilla, jejeje y justamente le dijo de todo menos bonita a nuestra compita. Así que ya regresando juntas en el S-Banh se relajaron los ánimos y nos despedimos con besos y abrazos intensos, haciéndonos unas risas por no haber podido leer el cartelito con el que nos estaba esperando Carolina, que ponía: Baladre, al puro estilo del guía que recoge a los turistas en el aeropuerto. (nos reímos)
Y cerrando la jornada, una NO puede dejar de recordar la mirada y esa cara, la de la joven cargada su bicicleta de bolsas, que no dejaba de decir en inglés que ella dormía en la calle. Cuando andábamos con esos recuerdos en nuestras cabezas, observamos a una persona sin techo que asume como tarea abrirle la puerta a las personas que van a sacar euros a los cajeros de una Oficina bancaria, de traca, el hombre deteriorado de la dureza de las calles berlinesas, saludaba con la mejor de sus sonrisas a todas las personas que accedían a los cajeros y alguna que otra le daba una monedita o se la metía en un bote de hojalata que tenía para ello, colgado de un pasamanos.
Así es el CORAZÓN DE LA BESTIA, pura desigualdad, dolor en carne viva, al desnudo, sin contemplaciones. Y por supuesto mañana vamos a la mani en solidaridad con los asesinatos, que no muertes, en esa tumba llamada MEDITERRÁNEO.
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