21 de marzo: los límites del antirracismo en las instituciones

imagenarainfo.org. Aisetou Kajakeh.- El 21 de marzo es una fecha que marca la agenda en las instituciones, en la que por un día las personas migrantes y racializadas existimos en la agenda política.

Como activista antirracista desde hace casi seis años suelo bromear con mis amigas y compañeras de militancia en que es “cuando nos pueden exhibir como token en las instituciones o en colectivos ‘aliados’”.

De hecho, la dinámica del tokenismo en el antirracismo es algo que marca el avance en el debate y movimiento de base. Un hecho que en algunos colectivos antirracistas se ha discutido con muchas divergencias hasta llegar a la conclusión de cómo desde las dinámicas de poder y de extractivismo se ha construido un antirracismo individual y neoliberal, que ha marcado nuestra forma de habitar y militar en los espacios: la deshumanización, la despersonalización política y el estereotipo del “racializado ideal”, que no incómoda y no pone en cuestión el privilegio y te salva para la deconstrucción desde la superioridad moral.

Es una de las formas materialistas de la supremacía blanca este tokenismo en el antirracismo, que convierte una problemática social en un hecho individual. La sensibilización antirracista se convierte en una cuestión individual y no en algo político, donde el centro del debate es el privilegio blanco. Formaciones e intercambios de ideas sobre el privilegio blanco y su deconstrucción, sobre el reconocimiento de la diversidad poniendo a lo blanco en el centro del discurso, talleres o formaciones sobre la dinámica de la desigualdad y del privilegio blanco, transformación de experiencias del racismo cotidiano en cursos sobre cómo el ojo del privilegio blanco obvia esos “microrracismos” y como se presenta esto como actuación antirracista.

¿Quiere decir esto que debemos dejar de hablar sobre diversidad, prejuicios y estereotipos desde el racismo, sobre discursos de odio (a menudo considerados “rumores) o sobre interculturalidad? Mientras que en las instituciones este día viene marcado con actos, fotos o mesas de experiencias (que a su vez son “pedagógicas) fuera de las instituciones se habla, discute, grita hasta llegar al desgaste sobre el reconocimiento del racismo, sobre la posición del privilegio, hasta de nuevo poner al blanco en el centro.

El antirracismo en las instituciones, juegos de poder del privilegio

Patricia Hill Collins habló sobre los juegos de poder con la ‘metáfora del campo de juego nivelado’ y como en un escenario que se presupone igualitario, siempre va a existir una desigualdad ya sea para una deportista no blanca o para una política no blanca. Nunca va a existir una competencia justa y limpia cuando existe una desigualdad social racial o para entrar en las instituciones para llevar demandas antirracistas contra un estado que niega la existencia del racismo institucional.

La existencia del Ministerio de Igualdad y la Dirección General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial existen desde comienzo de legislatura para llevar a cabo demandas feministas y antirracistas, pero no han tenido la misma posición de prioridad. La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha pasado por un claro acoso político machista y misógino por introducir el feminismo en las instituciones, desde la idea de poner el consentimiento en el centro en la Ley Orgánica de Libertad Sexual, así como la llamada ley trans y la garantía de derechos para el colectivo LGTBIQ+.

Una pelea política, que al terminar esta legislatura se celebra como una victoria, aunque deje atrás a personas migrantes en situación administrativa irregular, a mujeres en situación de refugio puedan acogerse a asilo por huir por su integridad de libertad sexual y no poder regularizar su situación, aún con una denuncia que demuestra ser víctima de una agresión; o que personas trans y no binarias en situación administrativa irregular no estén bajo el paraguas de la nueva ley trans.

El Ministerio de Igualdad ha hecho una competencia en cuestión antirracista injusta, una contienda desigual en el que las demandas antirracistas no han tenido prioridad. Repitiendo la dinámica de cuando las sufragistas blancas celebraban el derecho a voto y las mujeres negras no tenían acceso igualitario a ese poder y derechos.

El 24 de junio de 2022, se produjo la masacre en Melilla. Desde la Dirección General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial, el organismo del CEDRE el 12 de julio se exigió una comisión de investigación independiente sobre estas muertes. Meses después, en diciembre de ese mismo año, el partido del Ministerio de Igualdad se resistió a una comisión de investigación a Marlaska por la masacre en Melilla para salvar a la ministra Montero de la reprobación de la derecha para sacar adelante la ley ‘solo sí es sí’.

¿Tienen las demandas antirracistas la misma prioridad en el Ministerio de Igualdad? Desde luego que la directora general, Rita Bosaho, y su equipo parten en desventaja en poder en un supuesto espacio igualitario y nivelado en el que las demandas antirracistas no importan.

El año 2022 también vino marcado no únicamente por la impunidad de las necropolíticas, también por la islamofobia de Estado, cuando un engranaje institucional criminalizó a Mohamed Said Badaoui y a Amaroch Azbir, acusándolos de radicalismo “salafista” sin pruebas, hasta culminar su expulsión. Desde la Dirección General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial hubo un silencio hacia esta expulsión.

El Ministerio de Igualdad fue capaz de enfrentarse al Ministerio de Justicia, al resto de la oposición y a su socio de coalición para poder introducir en las instituciones el feminismo, mientras que la Dirección General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial, personificada en la figura de Rita Bosaho, ha caído en las dinámicas de los juegos de poder y el tokenismo de igualdad con el antirracismo en las instituciones. Desde el antirracismo, sobre todo desde los afrofeminismos, han sido muy críticos sobre la cuestión de la representación de personas no blancas en las instituciones, la responsabilidad política y el tokenismo. Una de las críticas más incómodas es la lanzada el 8 de marzo a las 21.00 horas desde la Red Afrofem.

Un comunicado extenso en el que interpelaba al movimiento feminista y al Estado, denuciando el ninguneo de los afrofeminismos en el Encuentro Internacional Feminista, el primer encuentro Internacional de Mujeres Africanas y de la Diáspora celebrado el 4 de agosto del 2022. También denunciaban que la representante no era afroespañola o afrodiaspórica, las líneas rojas pasadas con la masacre de Melilla, el disparo en el pecho a una mujer africana en la frontera sur debido a las necropolíticas, la apertura del módulo de mujeres en el CIE de Barcelona en febrero. También exigían la dimisión o destitución de la ministra Irene Montero y la de la directora general Rita Bosaho. Un comunicado incómodo que nació por los juegos de poder del tokenismo y la pérdida de ruta de la cuestión antirracista en las instituciones.

La petición de la destitución de Rita Bosaho causó comentarios molestos, y a la vez no, por parte de activistas afro en el Estado español, debido a la difícil posición de poder y desventaja que tiene Rita en comparación con Irene. ¿Podemos exigir la misma responsabilidad a ambas sin obviar el privilegio?

Negacionistas del racismo institucional en la III Semana Antirracista

Algo a destacar por esta semana antirracista es que los puestos de igualdad “descansan desde los muertos”, una crítica muy repetida en redes sociales. En el programa del martes 21 de marzo también se ha criticado la ausencia en la III Semana Antirracista de la cuestión de la islamofobia y el racismo antimoro o en la presentación de “Datos de Origen Étnico que ya se están recogiendo en España. Objetivos y Resultados” del viernes 24 por la presencia de Esteban Ibarra, presidente de Movimiento Contra la Intolerancia, figura reafirma la negación de la existencia del racismo así como las instituciones lo niegan, habla sobre hispanofobia y negó que la muerte de Mame Mbaye en una editorial “La Muerte de Mbaye y Lavapiés. ¡No todo vale!”.

Desconcierta desde el antirracismo la exhibición de tokenismo, la frustración de las personas no blancas que están en puestos de poder ante las críticas y como la cuestión antirracista pone al Ministerio de Igualdad ante una posición nuevamente polémica sobre qué derechos son prioritarios y cuáles no. ¿Dónde está el borrador de la ley contra el racismo que se quería impulsar? ¿Por qué desde ese Ministerio no han puesto en cuestión el racismo estructural? ¿Es posible que el antirracismo esté en las instituciones cuando las mismas niegan la existencia de ella?

Lo más embarazoso y doloroso de esto es ver que después de muchos años de lucha antirracista, tener representación en instituciones es no haber tenido que romper un techo de cristal, sino saltar muros, y aún llegando a espacios de poder se tengan que seguir saltando continuamente obstáculos. Para muchas personas afroespañolas la figura de Rita Bosaho es el llenado de vacío de no verte incluida en las instituciones y de un Estado que niega continuamente tu existencia además de inferiorizarla. Pero una pelea titánica contra el racismo institucional no lo pueden encarnar unas pocas personas si no hay más personas negras en instituciones que puedan poner frente a las necropolíticas que afectan a las vidas negras.

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