“Siempre he intentado entender por qué hay pobres y ricos”

Miren Etxezarreta, en su casa de Barcelona. (ORIOL CLAVERA)Publicado en esparragosytagarninas.wordpress.com.- Entrevista de Mikel Urdangarin para NAIZ.

De Ordizia a la London School of Economics, y de allí a Barcelona, la economista marxista ha realizado una prolífica carrera. Actualiza el lema de Rosa Luxemburgo, “Socialismo o caos”.

¿Se imaginan a una mujer vasca de 88 años como economista? ¿Y marxista? ¿Y Catedrática? Siendo la economía oikos-nomos (gestión de la casa), han sido muchos las “economistas” que han gestionado la casa con cuidado. Tampoco son pocas las que son “catedráticas” en producción y cuidado de vidas.

Sin embargo, al parecer “ignorantes” de la naturaleza, entre las mujeres de esta edad no son muchas las que han tenido la oportunidad de ir a la universidad ni las que han sido profesoras allí. Miren Etxezarreta Zubizarreta (Ordizia, 1936) es una de ellas. Y, ciertamente, no es una más: cursó un máster y un doctorado en la London School of Economics, y más tarde, además de publicar infinidad de artículos y libros, se ha convertido en Catedrática, siempre de la mano de inquietudes y luchas sociales.

En reconocimiento a esta prolífica trayectoria, el Ayuntamiento de Ordizia ha clasificado, archivado y digitalizado recientemente las obras de Etxezarreta, que están disponibles en la plataforma mirenetxezarreta.eus. Nos ha parecido una bonita excusa para juntarnos con ella y darle un repaso a su trayectoria y pensamiento.

De Ordizia a estudiar Economía

Miren Etxezarreta nació en 1936 en Ordizia, pocos meses antes del golpe de Estado de los franquistas: «Después de ti vino la guerra», decían las monjas de la escuela. En la posguerra no había ambiente en la zona de Ordizia, pero recuerda «como todos los niños de entonces, una infancia feliz»: «Yo era nieta y sobrina mayor, entonces tuve muchos mimos». Además, la suya «era la casa de clase media de la época. Mis padres tenían una tienda bastante decente y vivíamos bien».

Eso también la condicionó de lleno en sus estudios: «entonces hacían Bachillerato, pero en mi casa no querían porque querían que yo les ayudara en la contabilidad y en todas esas cosas». Así, comenzó a realizar “peritaje mercantil” en la propia escuela de monjas. Posteriormente cursó la enseñanza mercantil en la Escuela de Comercio de San Sebastián.

Ahí se dio cuenta de que podía estudiar Ciencias Económicas porque le valoraban muchas asignaturas: «Yo quería seguir estudiando. Y en aquel momento la única manera de seguir estudiando sin hacer el Bachillerato era pasar a Ciencias Económicas, que era la única carrera que podía pasar automáticamente. Y, además, me gustaban los temas sociales y económicos. Pero la razón principal era que yo, sin Bachiller, podía pasar de la enseñanza mercantil a las Ciencias Económicas. La elección de carrera me venía impuesta, por decirlo así».

Pero lo hizo con entusiasmo. Aunque al principio fue una elección pragmática, tuvo la oportunidad de desarrollar sus inquietudes en la carrera: «Quizá ahora la embellezco, pero yo siempre he tenido bastante preocupación social por los pobres y los ricos: por qué eran pobres y por qué eran ricos. Y eso hizo que me dedicase bien a los estudios de Economía».

En aquella época no eran muchos los que hacían esa elección, y menos en el caso de las mujeres: «No recuerdo exactamente, pero en Bilbao éramos 8 chicas y 120 chicos, o algo así. Era un buen lugar para buscar novio», comenta entre risas.

London School of Economics

Dicen que a más aprender, cada vez somos más ignorantes. Etxezarreta también parecía ser consciente de ello, y en busca de nuevos caminos se dirigió a Inglaterra: «Inglaterra era un referente, y como yo ya había aprendido un poco de inglés, la pareja y yo decidimos ir allí para aprender de sindicalismo o de políticas sociales».

Eso porque “mientras estábamos trabajando, claro, no teníamos otros recursos”. Consiguió varias becas e ingresó en la prestigiosa London School of Economics: «Desde su fundación es pionera, siempre ha sido importante. A veces nos desesperábamos porque teníamos que trabajar mucho. Pero decíamos ‘bueno, estamos compitiendo con los más rápidos de todo el mundo ‘. Fue muy interesante, valioso y enriquecedor». Se ofrecían decenas de cursos y para ella fue una especie de «borrachera».

Era una época movida, por eso, y en la economía y en la sociedad se estaba produciendo un cambio de paradigma. El neoliberalismo todavía no era hegemónico, pues «todavía la influencia de Keynes era muy fuerte. Sin embargo, economistas ‘más modernos’ estaban pasando al neoliberalismo. En la London School ya había bastantes neoliberales». Por ejemplo, un profesor que iba de Chicago a dar Macroeconomía cada 15 días (amigo de Chicago Boys, claro).

¿Había empezado ya Etxezarreta a ser crítica? «Sí y no. De hecho, yo tenía tanto trabajo para poder seguir los cursos… en ese tiempo, yo era quizá un poco crítica del neoliberalismo, pero con sobrevivir ya tenía suficiente».

Además, tras realizar un máster en economía agraria fue seleccionada para realizar el doctorado, en el que comenzó a trabajar intensamente: «Estuve tres o cuatro meses en León haciendo encuestas a agricultores de ahí. Iba en bicicleta de un pueblo a otro porque no tenía dinero para ir de otra manera y no había hoy otro transporte público». Ligado a esta línea de investigación publicó, entre otros, el libro “El caserío vasco” en 1977.

De la facultad a la calle

Pero, antes, había tenido bastantes contratiempos. Una vez finalizado el doctorado y tras un par de años como profesora en la Universidad de Sussex, en 1970 regresó al País Vasco y comenzó a trabajar en la Universidad de Bilbao, muy ilusionada. Sin embargo, sólo permaneció allí dos años: «Era la época dura de la represión franquista. Yo era uno de los pocos que hablaba euskera en la Facultad, me apellidaba Etxezarreta, mi hermano era un cura que tenía fama de ser bastante patriota… todo eso y el miedo de algún profesor a que yo le quitara su sitio, a los dos años, no me renovaron el contrato».

Para ello utilizaron argumentos elocuentes: «Por ejemplo, a veces me ponía los pantalones para ir a dar clase y había gente o profesores a los que no les gustaba. O iba a tomar café con los estudiantes, que tampoco les gustaba… Yo ni siquiera me enteraba. Yo iba al bar y si había alumnos hablaba con ellos, pero entonces no se hacía eso». Como luego valora, fue «demasiado inocente».

A pesar de todo, «me quedé en la calle, porque entonces no tenía ni paro ni nada». Estuvo de un lado para otro buscando empleo, incluso hizo algún trabajito suelto… sin embargo, «yo no encontraba empleo porque una gente importante decía ‘no, si esa señora tiene problemas con la administración no le vamos a dar empleo’. Cuando estaban a punto de dar empleo en algún lugar interesante, eso pasó». Su marido también se quedó en paro por motivos políticos.

Entonces «tuvimos que decidir ir a otra parte. Empezamos a buscar empleo en Madrid y Barcelona porque era donde dos economistas tenían más fácil tener trabajo. Gracias a unos amigos, al final lo encontramos en Barcelona». Les gustaba, «y además, cuando tú estás en paro no piensas si te gusta o no, vas donde hay empleo». Dicen que los recibieron con mucha amabilidad.

Una vez en Barcelona, «yo lo único que quería era volver a la Universidad porque veía que mi currículum era académico». Su currículum, además de académico, era muy bueno, y en 1974 empezó a trabajar en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Como profesora hasta 2006 y luego como Catedrática emérito, ha desarrollado allí una amplia trayectoria académica y social: impulsar a la Seminario de Economía Crítica Taifa, publicar decenas de artículos, dar conferencias…

Economía marxista

A medida que se fue abriendo camino, se fue acercando poco a poco a la economía crítica o marxista: «La economía me gustaba cada vez menos, la economía que nos enseñaban. Entonces, poco a poco, empecé a buscar la economía marxista».

En ese camino, menciona un hito: «Hay un libro que para mí fue fundamental. Fue la ‘Teoría del desarrollo capitalista’ de Paul Sweezy. Para mí, fue como si se me hubieran abierto las puertas para entender el mundo. De verdad, no te puedes ni imaginar lo que es, cuando llevaba casi 20 años estudiando la economía tradicional, haber encontrado una explicación que de repente me ayudó a entender el mundo que estábamos viviendo».

La ordiziarra aclara que hizo el camino contrario a muchos de sus compañeros marxistas: «Yo no fui marxista por política. No fui primero al Partido Comunista y luego me hice marxista. No, no, yo nunca he estado en ningún partido, en el comunista tampoco. No descarto a EH, pero no he estado. Entonces, yo llegué al marxismo buscando una explicación de lo que pasaba en el mundo. Y lo que mejor explicación me ha dado, hasta ahora, ha sido el marxismo». En su opinión, no lo explica todo, pero es el que más lo explica.

«El marxismo te explica quién domina, quién toma las decisiones, quién tiene el poder, quién gana el dinero, quién es explotado …». Por el contrario, no se puede quedar bien en él, «en un marxismo ortodoxo. Se trata de ir leyendo, aprendiendo y adaptando lo que hay en el marxismo, de ir evolucionando con las explicaciones».

Capitalismo antisocial

¿Y qué ha aprendido de esas explicaciones? Bebido del marxismo, Etxezarreta es un ferviente anticapitalista. Porque, en su opinión, el capitalismo siempre ha sido antisocial: «El capitalismo nació del feudalismo, y todo ello se hace siempre en busca de medios de producción y de beneficios para los propietarios del capital. Eso está muy claro». Engels cita “La situación de la clase obrera en Inglaterra(1845) para explicar cómo eran las condiciones fundacionales. «¡Y cómo siguen siendo!», destaca, «en cayucos vienen esos que no vienen de otra manera, eh. El capitalismo no ha cambiado con respecto a la explotación humana».

En Occidente se construyó el Estado de Bienestar. La ordiziarra, sin embargo, se muestra muy crítica: «El Estado del bienestar es una búsqueda y un invento de la socialdemocracia que pretendía compatibilizar el capitalismo con la democracia. Y no es posible. Pero sirvió durante muchos años, y aún sirve, para paliar las mayores catástrofes del capitalismo».

Sin embargo, eso también se está destruyendo en las últimas décadas: «La destrucción del Estado del bienestar comenzó en los años 70, con Thatcher y después con Reagan. Keynes va cayendo y el neoliberalismo crece. Entonces, el paradigma de la economía convencional o burguesa cambia, desde el neoliberalismo hasta Trump, de momento».

Pobres porque hay ricos”

Etxezarreta ha venido investigando que el capitalismo incide en diferentes ámbitos. En primer lugar, en la agricultura: «Lo que ocurre es que el capitalismo tiende, como tal, a la concentración de la propiedad, del capital y de la producción. Las empresas se hacen cada vez más grandes. Y la agricultura familiar que había aquí era pequeña. Entonces, ¿qué ha pasado? Poco a poco, la capacidad acumulativa de la agricultura agroindustrial se ha ido incrementando con tecnologías más modernas y complejas. Mientras tanto, la agricultura familiar está quedando cada vez más marginada porque no tiene capacidad ni para los mercados, ni para la financiación…». Mayor la acumulación de capital de unos pocos, cada vez menos para la mayoría.

Según ha investigado Etxezarreta, este hambre de acumulación también afecta de lleno a las pensiones. Especialmente en los últimos años se ha suscitado esta cuestión «por una razón fundamental: el capital ve que en las pensiones se mueve una enorme fortuna que puede ser utilizada para obtener más beneficios. Entonces, les parece que las pensiones públicas (públicas, eh!) son puro despilfarro y quieren erradicarlas. Así, empiezan a decir que no va a haber dinero para las pensiones».

A su juicio, “eso es una gran mentira. Para la OTAN sí va a haber dinero, para ayudar a los bancos o para ayudar a tantas empresas, ¿cómo no va a haber dinero para las pensiones?». Denuncia que “siempre se habla del problema de las pensiones públicas, pero nunca de las privadas. Y si el problema fuera demográfico, de generaciones, el problema debería ser también de pensiones privadas. Pero en cuanto a las pensiones privadas, nunca se ha hablado de esas dificultades». Por lo visto, el problema, más que en las pensiones, está en lo público.

¿Y qué decir de los trabajos de cuidados encubiertos por el capital? «Hasta ayer, y hoy también, los cuidados los realiza la familia, sobre todo las mujeres. Recuerda que en muchos caseríos, por ejemplo, había matrimonio y luego siempre había una tía que siempre era rechazada en la familia. Era soltera y se quedaba allí porque no tenía adónde ir».

Etxezarreta también ha investigado otros ámbitos. En todo capta la misma lógica: «Hay pobres porque hay ricos».

Capitalismo cada vez más salvaje

¿Y hacia dónde va el sistema capitalista? Etxezarreta se muestra prudente y preocupada: «Esta etapa me ha pillado con la capacidad de aprender y reflexionar muy mermada. Ahora bien, yo lo único que veo es que si la gente no reaccionamos, si no luchamos, irá a peor, que el capitalismo es cada vez más duro. Y lo está siendo: toda esa gente que viene en cayucos, toda la gente pobre que vive en países ricos… toda esa gente está siendo explotada cuando no debería serlo».

Por ejemplo, «toda esta historia de la inteligencia artificial, todos esos milmillonarios que estamos sufriendo… es un capitalismo salvaje. Para los trabajadores cada vez es peor porque cada vez están siendo más explotados y no saben cómo reaccionar. De hecho, los trabajadores de los siglos XIX y XX sabían cómo reaccionar, pero ahora es muy difícil. Salvo algunos, ¿quién entiende la inteligencia artificial?».

En este sentido, «a mí me parece que hay que quitar de la cabeza de la gente la idea de que ‘Trump es un loco’. No es un loco, es una estrategia muy programada y planificada, aunque luego parezca que está loco. Entonces, yo creo que es una estrategia del capitalismo para avanzar hacia la apropiación del mundo».

«Socialismo o caos»

Ante esto, ¿qué hacer? Para Etxezarreta, «se ha destruido gran parte de la capacidad de lucha de las clases populares y hasta ahora hemos ido perdiendo. Se han ganado pequeñas cosas, es cierto. Como dicen algunos, vivimos mejor que los habitantes de hace un siglo, aunque haya demasiada pobreza… si no fuera por la crisis climática podríamos producir mucho más de lo que estamos produciendo y, sobre todo, dividir porque no estamos repartiendo».

En su opinión, la URSS demuestra que «se han cometido muchos errores. Para los que entonces éramos ingenuos, la URSS significaba la consumación del socialismo y mira en qué acabó. Ahí ha habido auténticos desastres». Por cierto, «lo que demuestran todas estas experiencias es que el capitalismo es increíblemente fuerte, y que ha tenido la capacidad de dar la vuelta a todas las experiencias inventadas hasta ahora».

En cualquier caso, «todavía hay núcleos que están probando cosas diferentes: en la India hay algún Estado, en Rojava del Kurdistán …». Por lo tanto, para Etxezarreta no cabe resignarse: «El puerto es el ‘socialismo o el caos ‘. ‘O lucha o caos ‘. Tenemos que luchar por una sociedad alternativa. ¿Qué sociedad? Lo que decidamos entre todos. Pero hay que luchar».

Para ello, sin duda, su trayectoria y sus textos son fuentes de inspiración fundamentales.

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