En pocas palabras. La trastienda de la democracia. 15-M RONDA Esta es la realidad de la pobreza energética en España: El 11% de los hogares españoles, esto es, 5,1 millones de personas se declara incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses fríos; el 8% de los hogares españoles, esto es, 4,2 millones de personas declaraba tener retrasos en el pago de las facturas de la vivienda incluyendo las de energía doméstica; el 6% de los hogares, esto es, 2,6 millones de personas gastaba más del 15% de sus ingresos anuales en el pago de energía para su vivienda; y un 3% de los hogares, esto es, 1,2 millones de personas gastaba más del 20% de sus ingresos en energía. Además, 7,8 millones de personas viven con goteras, humedades en paredes, suelos, techos o cimientos, o podredumbre en suelos, marcos de ventanas o puertas.
Son datos de la Asociación de Ciencias Ambientales que viene publicando, desde el año 2012, unos informes que analizan la pobreza energética vinculada directamente con los efectos de la crisis/estafa en la sociedad española. Esta Asociación define la pobreza energética como una situación en la que un hogar “es incapaz de pagar una cantidad de energía suficiente para la satisfacción de sus necesidades domésticas y/o cuando se ve obligado a destinar una parte excesiva de sus ingresos a pagar la factura energética de su vivienda”.
El aumento de los recibos de la luz ha tenido lugar al mismo tiempo que millones de familias soportaban el desempleo, el subempleo y la caída de salarios. El precio del KWh eléctrico se incrementó, desde principios del año 2008 y finales de 2014, desde 13,66 a 23,67 céntimos de euro (un aumento del 73%). Sólo en el año pasado subió el precio del kWh de electricidad, como nos lo recuerda FACUA-Consumidores en Acción, un 15,9%. Además, el coste por 100 kilovatios hora sigue situado entre los más caros de Europa, antes y después de impuestos.
La pobreza energética afecta más a los hogares en paro y que dependen del subsidio de desempleo u otras prestaciones según la Encuesta de Condiciones de Vida. Pero, en hogares con empleos, con contratos eventuales o temporales, hay también una mayor incidencia de pobreza energética en comparación con los hogares con contratos fijos de duración indefinida. También, afecta la pobreza energética a las familias monomarentales y familias con menores a cargo o familias con bajo nivel educativo, entre otras.
Los hogares de rentas más bajas gastan un tercio menos en energía que los de mayor capacidad adquisitiva, pero tienen que hacer un esfuerzo cuatro veces mayor (en proporción a sus ingresos anuales) para poder hacer frente a sus facturas de energía doméstica. Estas disparidades se han acentuado entre los años 2007 y 2014.
Por otro lado, las condiciones climáticas no son determinantes para explicar las diferencias regionales en la incidencia de la pobreza energética. Las cuatro regiones dónde se dan más la incidencia de la pobreza energética, tanto en el año 2007 como en 2014, son Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia. Por su parte, las tres Comunidades Autónomas con menor incidencia de pobreza energética son País Vasco, Principado de Asturias y Comunidad de Madrid.
Además, la pobreza energética influye en la salud. Según diferentes estudios, en el año 2014, más de 7.000 fallecimientos prematuros en España estuvieron asociados a la pobreza energética. En comparación, unas 4.000 personas murieron al año en accidentes de tráfico como promedio en el periodo 1996-2014.
Se sabe que habitar en una vivienda con temperaturas por debajo de niveles recomendables (entre 18 y 20ºC según la Organización Mundial de la Salud) está relacionado con un repunte de la mortalidad asociada a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sobre todo en personas de edad avanzada. Es lo que se conoce como mortalidad adicional de invierno.
En nuestro país existe una Alianza contra la Pobreza Energética cuya finalidad es presionar y denunciar a las administraciones públicas por su inmovilismo ante la usura de las empresas suministradoras de energía y agua. Podemos contactar con ella, ante los abusos del Gobierno y del poder de las eléctricas. Son demasiadas las familias que se ven obligadas a decidir entre pagar la hipoteca, pagar la energía y el agua o alimentar a sus hijos e hijas, y esto sin contar a los colectivos de personas que, por motivo de salud, un corte en el suministro energético pone en grave peligro su vida.
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