Salimos de Santiago hacia Iquique, si a la famosa Iquique, la misma de la cantata, de la minería. Fue un vuelo rarito, volando pegadas a la costa de Chile. Nadie entendíamos como un vuelo a Bolivia (La Paz) hacia una escala en esa ciudad minera. En esta ocasión las ventanillas del avión nos dejaban sorprendidas por un paisaje de playas, dunas y ríos, que resultaban muy atractivos, con mucha belleza. En Iquique todo cambia, el paisaje es desolador, es un desierto de arenas en movimiento. El aeropuerto pequeñín, allí bajamos del avión para hacer una cola y sellar los pasaportes, para de nuevo subir al mismo avión y salir para La Paz.
La entrada en Bolivia nos resultó espectacular, unos paisajes formados por lavas de antiguos volcanes, con unas alturas que nos avisaban de las grandes alturas a las que íbamos. El aterrizaje en La Paz, nos abrió la puerta a eso que llaman mal de alturas. En la cola de entrada, para sellar de nuevo los pasaportes, Jessica tiene que ser atendida por el médico, unos chutes de oxigeno para evitar mareos y dolores de cabeza. Fuimos las últimas en retirar las maletas y nos tocó que las revisasen las policías de aduanas, como de costumbre el tema eran los libros, todo un clásico de Cajadre que diría Oscar, Rosa, Virgi y resto de compas de Cuenca. Con la lección más que sabida respondemos a las polis de que vamos a regalar esos libros, nada menos que CUATROCIENTOS LIBROS "De Hay alternativas al Capitalismo: La RBis" y unos cien del resto de textos Baladrines. Pues funcionó y pudimos sacarlos sin problemas.
Ya en la puerta de salida estaba Gustavo y Ali, que son nuestras personas de acogida en Bolivia. Nos subimos a dos taxis y a bajar el Alto (cuanto recordé a Raúl Zibechi, cuando explicaba el proceso de construcción de La Paz y más en particular del Alto: es un alucine pensar que en 1960 no existían casas en aquel lugar y que ahora viven dos millones de personas, tantas como abajo en La Paz). La bajada la hacemos por una carretera que es una cuesta continua, con una inclinación enorme, paramos el taxi para mirar la alucinante La Paz, desde el Alto.
Al ratito estábamos subiendo maletas y mochilas a casa de Ali, que vive en el centro de La Paz, justo a la vuelta del local de Mujeres Creando, cerquita de la Universidad de Ciencias Sociales. Fue un visto y no visto, a la hora ya estábamos iniciando la primera presentación del libro de la RBis que han editado las compas de Quimantu. Fueron dos horas de contar y responder que es la RBis para las baladrinas y que es Baladre en si misma, como coordinación.
En el piso se quedaron dos compas con el mal de alturas, que de alguna manera a todas nos afecto, con dolores de cabeza y en algunos casos mareos y vómitos. De regreso en casa de Ali, comenzamos a charlar sobre Enlazando Alternativas y aquella marcha de Lisboa a Madrid, en Mayo de 2010. Resulta que allí coincidimos con Gustavo que viajó invitado para participar en el Tribunal de los Pueblos: nos damos cuenta de la cantidad de amistades comunes, desde Luis Gonzalez, Erika, Pedro,Tom, hasta Ramón, al que entrevistó en aquella ocasión que estuvó por Madrid.
Gustavo y Alejandro están articulando un nuevo proyecto editorial en Bolvia, con la idea sacar aquí textos políticos diferentes, entre ellos de EeA, baladrinos y muchos más. De repente hablamos del interés de Quimantu en relacionarse con ellas y como de costumbre, estamos enredando que es lo nuestro. Ali nos saca la edición en Bolivia del ultimo libro de Ramón: La Quiebra del Capitalismo Global: 2000-2030. Lo sacaron cuando Ali trabajaba en la ONG Solon. El cansancio y el mal de alturas nos convencen de la importancia de irnos a dormir.
Ya estamos en un nuevo día, donde nos esperan una entrevista en una Radio local y tras comer a viajar de nuevo a Cochabamba, con Alejandro, donde esperamos que este mal de alturas se vaya de nuestros cuerpos.
De banderas, radios y colectivos interminables
Amanecimos el día de la bandera, el 17 de Agosto en Bolivia. Gustavo vino a recogernos tempranito a casa, algunas todavía seguían con el mal de altura así que prácticamente no hubo desayuno, nos metimos en un taxi camino del centro de la ciudad. Casi a punto de llegar, el taxista, muy intrépido él, se saltó una "luz roja", con la mala suerte de que lo vio la policía y lo paró para denunciarlo. Afortunadamente le dio igual que en el coche fuéramos 6 personas, y que ninguna llevara el cinturón... Bajamos del taxi y dimos un paseo por el centro histórico de la ciudad, alucinando con la cantidad de abortos de llama que vendían las tiendas, que se usan para hacer ritos indígenas para pedir suerte u otras cosas.
También fuimos a ver la iglesia de San Francisco, estilo roncocó, que es una mezcla del rococó y el estilo indígena, vaya, muy cargadita. Luego nos dirigimos a la radio donde nos iban a hacer una entrevista, primero por una calle peatonal donde ya íbamos viendo niños disfrazados, con tambores, llegamos a la plaza donde está presidencia de gobierno (donde vive Evo) donde estaba todo el quilombo: escenario con mega bandera, un camión descargando piedras de sal (?), un montón de gente... Y corriendo a la radio Erbol, donde ya nos estaban esperando. Esta radio está conectada con 174 radios en todo el país, y es una de las más escuchadas por sectores populares; por si fuera poco, además en horario de máxima audiencia. Rafael Archondo hizo una entrevista muy interesante a José, Jessica y Manolo, en la que, durante una hora, explicaron qué es Baladre y profundizaron en la RBis. Estuvieron muy a gusto, ya que Rafael entendió a la perfección la herramienta e hizo preguntas muy oportunas.
En nuestra línea, salimos de la radio a toda velocidad: todavía teníamos que comer y tomar un taxi que nos llevara a la terminal de bus para ir a Cochabamba. Comimos un arroz exquisito que nos hizo Ali, y cogimos dos taxis para llegar a la terminal. Pero, como ocurre muchas veces, las cosas no surgen como se planean. Resulta que había una carrera de coches por La paz, y había calles cerradas por lo que el tráfico era un caos absoluto, incluso hasta el punto que los policías se apartaban porque no se atrevían a intentar regularlo. Cuando estábamos a medio camino el taxista con el que viajábamos Manolo, Lucía, Ali y Ester decidió que el viaje no le salía a cuenta (aquí se pacta el precio del viaje, no van con taxímetro) y que nos dejaba allí mismo, usando la excusa de que no le quedaba gasolina. Íbamos ya a contrarreloj, no llegábamos a tiempo a tomar el bus para Cochabamba... Tomamos otro taxi, nos metimos de nuevo en el mega atasco y ¡llegamos justo a tiempo! El viaje en bus fue otra aventura, ya que, para llegar a Cochabamba, teníamos que subir a una altura de 5000 metros (de los 3600 de La paz), y luego bajar por una carretera con muchas curvas; y algunas todavía con el mal de altura arrastrando. Manolo y Lucía pasaron el viaje vomitando, con banda sonora de fondo de comedia violenta americana a todo volumen. El viaje, que debía durar 7 horas, fue de 9 por obras en la carretera. Llegamos a Cochabamba más tarde de las 12 de la noche, eso sí, sin mal de altura y con un recibimiento genial. Kris y Vladimir nos habían preparado tazas de chocolate con pan y un montón de cosas más, en su acogedora casa.
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