No hay corrupción, la corrupción es el sistema

viñetaEn pocas palabras desmontando mentiras

15-M SERRANÍA DE RONDA.- El Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) ha difundido en España con la Sexta y El Confidencial “Los Papeles de Panamá”, unas filtraciones sobre una maraña de sociedades de personalidades de todo el mundo en paraísos fiscales. Más de 1.200 sociedades y más de 500 accionistas con dirección postal española contrataron al bufete panameño para ocultar sus bienes, 140 políticos de 50 países en 21 paraísos fiscales, Jefes de Estados, sus socios más cercanos, ministros y altos cargos, todo ello ocultos en 11,5 millones de documentos secretos. Así, no es extraño que la fuga de capital español a paraísos fiscales creciera un 2000% en 2014.

No nos debería sorprender esta información de “Los Papeles de Panamá” cuando Europa, por ejemplo, elige como presidente de la Comisión, al primer ministro de Luxemburgo Juncker, que se hinchó de firmar acuerdos secretos con multinacionales para permitirles tributar al 1%. ¿Alguien en su sano juicio podría llegar a pensar que el caballero en cuestión impulsaría una cruzada contra los evasores fiscales?

Intermón Oxfam estima que cada año los países en desarrollo pierden al menos 100.000 millones de dólares por abusos fiscales de grandes transnacionales, tanto por la evasión y evitación o minimización del pago fiscal como por los incentivos discrecionales concedidos a algunas grandes empresas.

La Unión Europea deja de recaudar cada año por la evasión y la evitación o minimización del pago fiscal, un billón de euros, el equivalente a dos veces el gasto público en salud de sus 508 millones de habitantes. En España, el fraude fiscal anual es superior a todo el presupuesto público en sanidad. (Intermón Oxfam)

viñetaEl Financial Times calculaba recientemente que siete de las principales tecnológicas (Apple, Google, Microsoft, Amazon, EBay, Yahoo y Facebook) facturaron en el Reino Unido 7.700 millones de euros en 2012 pero tan solo pagaron 43,75 millones de euros en el Impuesto de Sociedades, cuando podrían haberse recaudado 400 millones de euros más.

La recaudación que podría generarse al gravar los rendimientos de los capitales que los ricos latinoamericanos esconden en paraísos fiscales sería más que suficiente para que 32 millones de latinoamericanos salieran de la pobreza. Es decir, todas las personas que viven en pobreza en Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador y Perú juntos. (Intermón Oxfam)

Hacer la vista gorda, a la hora de hacer sus pagos fiscales, a unos pocos, significan mayores impuestos para todas las demás personas. En el contexto actual de crisis/estafa, estas prácticas generan una inmensa frustración social. La ciudadanía no entiende que mientras se recortan derechos o se exige un mayor esfuerzo a quienes menos tienen, los gobiernos no sean implacables a la hora de frenar las fugas injustas y desleales de recursos.

Toda esta corrupción tiene un coste en vidas humanas y amenaza la capacidad de los Estados a la hora de poner en marcha políticas que reduzcan la desigualdad, luchen contra la pobreza y garanticen la dignidad de las personas. Los privilegios de unos pocos son sacrificios para el resto de la ciudadanía.

Pero no se trata solo de algunas manzanas podridas. Es todo un sistema el que está enfermo, y los tratamientos son todavía insuficientes. La corrupción hunde sus raíces en el propio sistema capitalista que tiene como una de sus leyes fundamentales la búsqueda del máximo beneficio por todos los medios. Y está especialmente inscrita en el ADN del capitalismo monopolista de Estado, en el ADN de los monopolios y la banca.

Por eso, la lucha contra la corrupción, es también una lucha por la soberanía y debe ser tratada, como crimen organizado, en el que hay que perseguir y llevar ante los tribunales no sólo a los truhanes de turno y políticos corruptos, sino a los auténticos  “padrinos” de la mafia, a los bancos, monopolios y multinacionales nacionales y extranjeros que están en la base de todas las tramas de corrupción.

Es evidente que existen recursos suficientes en el planeta para lograr la erradicación de la pobreza. Pero estos no llegan a las manos adecuadas porque el entramado financiero internacional impide que los países tengan recursos que genuinamente les corresponden: quienes más tienen y más beneficios obtienen, grandes empresas y grandes fortunas, son quienes menos aportan a las arcas del Estado en todo el mundo.

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