Por María González Reyes, activista de Ecologistas en Acción, para Diagonal.
Hay muchas rotondas en Vigo. Algunas están en el barrio de Coia. En una de ellas hay un barco. Justo colocado en medio. Un barco grande, imponente, sin duda fuera de lugar. El lugar de los barcos es el agua y no una rotonda rodeada de coches. Las vecinas y vecinos del barrio saben que ese no es su sitio. No sólo porque la única agua que lo toca es la que cae del cielo, sino porque ese barco simboliza una lucha que no ganaron.
En Coia vive gente que se acostumbró a pisar la calle para reclamar pan, dignidad y trabajo. Que vio cómo en los soportales de sus edificios se quemaba la vida en las agujas por las que pasaba la heroína a los cuerpos de los jóvenes en los 80, y que ve cómo esos soportales vuelven a esconder ahora nuevas agujas y a romper más vidas. Algunas son las mismas de los 80, otras son diferentes.