Sin justicia de género no habrá justicia ambiental

Sin justicia de género no habrá justicia ambiental15-M RONDA. En pocas palabras.- En todo el mundo, el 8 de marzo es una fecha clave de lucha por la justicia social y la transformación de nuestras sociedades, y un día de movilizaciones callejeras, tanto a nivel local como estatal e internacional, estamos comprometid@s con la justicia de género, el desmantelamiento del patriarcado, y con la lucha por la transformación social en nuestras sociedades.

Defendemos y creemos que sin justicia de género, no habrá justicia social y ambiental. Acabar con las situaciones de injusticia no es posible sin desmantelar el sistema económico actual, fundamentado en el patriarcado, a su vez es necesario acabar con todas las formas de opresión estructural para alcanzar la justicia ecosocial.

El 8 de marzo “es una jornada de lucha feminista en todo el mundo en conmemoración del día 8 de marzo de 1908 en el cual las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York llamada Cotton declararon una huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las obreras ocuparon la fábrica. El dueño cerró las puertas y prendió fuego muriendo abrasadas las 129 trabajadoras que había dentro."

Una de las lacras presentes en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, es la desigualdad entre hombres y mujeres, que perpetúa la violencia y la pobreza contra la mitad de la población. Luchamos por la justicia, por la liberación de todos los sistemas que desvalorizan y explotan a las mujeres, los pueblos y el medio ambiente, tales como el patriarcado, el racismo o el modelo capitalista. Esta situación no puede abordarse de forma aislada; se refuerzan mutuamente en un afán constante de acumulación económica para una élite minoritaria.

Las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada por los problemas ambientales, el cambio climático, las catástrofes climáticas y la explotación de los recursos naturales. Esta situación es todavía más complicada para las mujeres de los países del Sur, mujeres indígenas y las mujeres LGTB.

Más de 1.560 mujeres han sido asesinadas por violencia machista en los últimos 14 años. Muchos de estos casos ni siquiera están contemplados en la Ley de Violencia de Género. Queremos que se considere la violencia machista como una cuestión que atañe a toda la sociedad, que tiene su raíz en un sistema patriarcal, capitalista y colonialista que organiza nuestras relaciones sociales conforme a un modelo basado en jerarquías de género, clase y raza. Queremos ser dueñas de nuestros cuerpos, nuestros deseos y nuestras decisiones.

Queremos que las mujeres migrantes dejemos de ser consideradas sólo como cuidadoras sin derechos, que cargan con el sostenimiento del sistema productivo patriarcal que delega en las mujeres las responsabilidades del cuidado. Que las trabajadoras de hogar tengamos condiciones laborales justas, tal como venimos exigiendo, que se ratifique con carácter de urgencia el Convenio 189 de la OIT que reconoce los derechos laborales de las trabajadoras y que se derogue la “enmienda 6777” que retrasa hasta 2024 nuestra integración en el Régimen General de la Seguridad Social.

El deterioro y la privatización de recursos esenciales como la energía, el agua, el aire o los alimentos, afecta de forma creciente a buena parte de la población, pero de manera especial a las mujeres, que además de tener vidas más precarias –mayores índices de pobreza y trabajos peor remunerados-, somos las que gestionamos la economía de nuestros hogares. Queremos construir una economía sostenible, justa y solidaria que gestione los recursos naturales de forma pública y comunitaria, que esté en función de las necesidades humanas y no del beneficio capitalista. Lograr el acceso universal a los bienes naturales imprescindibles para vivir y priorizar los derechos comunitarios frente a los intereses privados.

La agricultura y ganadería intensivas, junto con la industria agroalimentaria –todas ellas altamente masculinizadas- nos imponen productos insalubres: transgénicos, pesticidas, abonos químicos… Queremos construir un sistema agroecológico en el que las mujeres sean protagonistas y que no utilice productos que dañan nuestra salud y la del planeta. Para promover un modelo de soberanía alimentaria donde las mujeres seamos protagonistas.

Pero no somos víctimas. Somos luchadoras. Las mujeres somos protagonistas de la defensa de nuestros territorios y de la lucha por la autonomía de nuestros cuerpos, vidas y fuerza de trabajo”.

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