El domingo, fue el día de ampliar informaciones, concretar enredos, situar posibilidades; pero sobre todo resolver dudas y mejorar el conocimiento con las amigas que compartimos las actividades del sábado. Comenzamos el día enfrente de la Rote Flora, en el cafecito portugués de siempre, entre sus bancos verdes y rojos. Comenzamos un larguisimo almuercillo o tente en pie, mañanero. Con la traducción de Lars y por momentos de Bea, charlamos con Dieter Wegner un histórico de las luchas sociales de Alemania, y de Hamburgo en particular.
A las seis de la mañana del sábado, 30 de junio, la cara sentía los rayos del sol, que entraba por las ventanas, la sorpresa, una se despierta con la sensación de haberse quedado dormida y de que ya es medio día, pero es el amanecer soleado en Hamburgo. Prontito, tras los arreglos mínimos del cuerpo, nos hacemos un desayuno con Lars, nuestro anfitrión. Es el momento de explicarnos el documento que se presenta esta tarde en la actividad sobre los 25 años de “Blauer Montag” (LUNES AZUL, grupo que nace de la gente Autónoma de Hamburgo, sobre luchas en las relaciones laborales y mejora de los derechos sociales).
El 29 de junio, estaba marcado en el calendario como día de partida para un nuevo viaje baladrino de enredos en Alemania. Es el tercer viaje, tras un paréntesis de cuatro años sin realizarlos (desde 1987 gentes de Baladre venimos enredando con las compas de Also y otras muchas de Alemania). Pues eso que el viernes, 29 se presentaba como un día soleado y adecuado por las muchas previsiones para un viaje tranquilito. Tanto fue así, que estábamos en el Aeropuerto de Bilbo, hasta tres horas antes de la salida del avión, con el checking hecho y to; hasta los billetes de autobuses una vez en Berlín, para llegar a Hamburgo; mirados los buses entre Aeropuerto y Estación central de buses de Berlín...lo dicho todo.
Entrevista a Manolo Bayona y Ruth López, activistas contra la Cumbre del G-20 del 7 y 8 de julio
Enric Llopis. Rebelión.- En los medios de comunicación independientes se informó de palizas y ensañamiento policial, a pesar del reproche de los vecinos; ataques de ultraderechistas a locales antifascistas, que se quedaron en la impunidad; el asalto por parte de la policía al barrio de Schanzenviertel y hasta de los espacios en los que se atendía a los heridos; búsqueda de activistas internacionales en albergues y estaciones, controles y retenciones en Hamburgo y Berlín y un cúmulo de episodios represivos. Sin embargo, las crónicas periodísticas se referían en los medios convencionales a “caos”, “altercados” y “violentos disturbios”, mientras las autoridades hacían mención a la “violencia ciega” y los “rastros de destrucción”.