tiempodeactuar.es Texto y fotos: Pablo Fonte y Marta González Reyes
Cuando Emergildo quiso contar a las otras familias de dónde venía el tremendo ruido que había escuchado en el aire no había ninguna palabra en a,ingae, la lengua que hablan los cofanes, para nombrarlo. Porque no se puede nombrar lo que para ellos no existía. Y le puso el nombre de lo que conocía. Así al helicóptero lo llamó “langosta”, que es un animal que vuela por el aire y puede moverse en todas direcciones. Lo mismo ocurrió cuando quiso poner nombre a aquella máquina que estaba destruyendo la selva en la que vivía, y al tractor lo llamó “cienpiés”.
De esta manera relataba Emergildo la llegada de la compañía Texaco (ahora Chevron) en 1964 al norte de la Amazonía ecuatoriana, cuyas operaciones a lo largo de tres décadas provocaron un desastre natural de grandes dimensiones en una superficie de alrededor de dos millones de hectáreas. Desde entonces, fueron muchas las palabras que los cofanes tuvieron que inventar para explicar lo inexplicable de lo que estaba aconteciendo en sus tierras.