arainfo.org.- ¿Te imaginas que te detengan por hacer bien tu trabajo? ¿Te imaginas pasar dos años incomunicado sin que haya cargos oficiales contra ti, ni pruebas del delito del que te acusan? ¿Te imaginas pasar 24 meses sin poder hablar con tus hijos? ¿Te imaginas pasar 730 días aislado en una pequeña y fría celda? ¿Te imaginas que ante todo esto, tu Gobierno te abandone? Esta pesadilla la está viviendo el periodista vasco, detenido en Polonia y en prisión provisional desde hace dos años.
El pasado 28 de febrero de 2024 se cumplió dos años del encarcelamiento del periodista vasco Pablo González. Fue detenido mientras ejercía su labor profesional como periodista cubriendo desde Polonia el éxodo de personas refugiadas procedentes de la guerra de Ucrania. Desde entonces, el secretismo en torno al caso ha sido absoluto. Ni la familia ni nadie de su círculo cercano ha tenido noticias de lo que está sucediendo, mientras Pablo cumple 730 días incomunicado en una pequeña celda de una prisión polaca bajo la ambigua acusación no formal de "espionaje".
"Sin noticias del exterior, sin poder comunicarse más que por carta, con una alimentación escasa, pasando frío, sin poder escuchar la voz de sus hijos y en general, en unas condiciones penitenciarias que suponen una evidente tortura física y psicológica. Una situación inconcebible en cualquier caso, y especialmente en un país de la Unión Europea, donde se supone que se debería respetar el Tratado de Derechos Fundamentales. No es el caso de Pablo", denuncia la Asociación #FreePabloGonzález en un comunicado. "Que un periodista detenido mientras ejercía su labor profesional se pase dos años en prisión sin juicio es algo de una enorme gravedad, no solo en lo que refiere a los Derechos Humanos del afectado, sino también para la libertad de información y expresión", añaden.
Su propio abogado, Gonzalo Boye, ha señalado que hasta hace apenas una semana no se han empezado a practicar las diligencias que deberían haberse realizado en 2022. "Su equipo legal sigue sin poder acceder a todo su expediente para saber de qué cargos concretos se le acusan, por lo que se encuentran paralizados e imposibilitados de trabajar en una buena defensa", advierten desde la Asociación. En todo este tiempo, #FreePabloGonzález ha movido "todo lo que está en nuestras manos, llamado a todas las puertas que creíamos que nos podían ayudar", para "arrojar algo de luz sobre este caso". Sin embargo, a pesar de este enorme trabajo, una cosa se mantiene inalterable: la prisión de Pablo González.
Ahora, ante esta "anómala e inhumana situación" han levantado la voz un nutrido grupo de personalidades del Estado español, actores, actrices, periodistas, juristas, cantantes y escritores, que han puesto su rostro y su voz en un vídeo que busca visibilizar la grave situación que está viviendo el periodista vasco. Entre estas personas se encuentran Juan Diego Botto, Carlos Bardem, Pepe Viyuela, Willy Toledo, Pulpul, Gervasio Sánchez, Ana Pardo de Vera, Teresa Aranguren, J. A. Martín Pallín, Martxelo Otamendi, David Pareja, Miquel Ramos, Jorge Riechmann, Fonsi Loaiza, Iñaki Soto, Mariano Muniesa, Javier Couso, Amaia Goikoetxea, Ander Izaguirre, Carlos Taibo, Juan Teixeira, Rubén Sánchez, Bob Pop, Javier Gallego, Olga Rodríguez, Asier Blas, Aitor Merino, Xabier Lapitz, Iñaki Makazaga, Javier Parra, Alfonso Bauluz, Antonio Maestre, Aníbal Garzón y Oihana Goiriena —compañera de Pablo González—. Una muestra más de la ola de solidaridad con el periodista, a la que se une la campaña de recogida de firmas que ya cuenta con más de 50.000 apoyos o la denuncia que periodistas y medios libres de Aragón hicieron el pasado mes de julio.
El caso de Pablo González
Antecedente. El 6 de febrero de 2022, el periodista Pablo González hizo un directo para La Sexta en un pueblo de Ucrania en el que se veían algunos militares al fondo. Tras finalizar, estos le invitaron a abandonar la zona, no sin antes borrar el material que tenía en su teléfono móvil y hacer una foto de su pasaporte. Esa misma noche, el SBU (Servicios de Inteligencia Ucranianos) le llamó para que se personara en sus oficinas en Kiev, donde fue interrogado durante cuatro horas. Fue acusado de ser un espía ruso, le copiaron la información de su teléfono y fue invitado a abandonar el país a la mayor brevedad posible. Al mismo tiempo, en el Estado español, el CNI realizó varias visitas a familia y amigos de Pablo, con el único objetivo de hacerles saber que les tenían vigilados. Tras este incidente, Pablo habló con el cónsul español en Ucrania sobre el interrogatorio y volvió a Euskal Herria. Estuvo en su domicilio unos 15 días, y se puso a disposición, a través de su abogado, Gonzalo Boye, de los servicios secretos españoles, pero no volvió a tener noticias. Así las cosas, dio el tema por zanjado y, tras el inicio de la guerra el 24 de febrero, decidió viajar a Polonia, país en el que ha cubierto diferentes temas sociales, para informar sobre la invasión de Rusia a Ucrania, cubriendo el éxodo de refugiados en la frontera. El 26 de febrero, desde la estación polaca de Przemysl, informó de las últimas novedades con los refugiados y las últimas noticias. Fue su última conexión.
Detención. La madrugada del 28 de febrero, los Servicios Secretos de Polonia detienen a Pablo en el hotel de Przemysl donde estaba alojado. Pasó tres días aislado, incomunicado y sin recibir asistencia consular. El 3 de marzo, comparece en la sala II de lo Penal del Tribunal de Rzeszow sin asistencia jurídica y el juez decreta prisión provisional de tres meses. Es entonces cuando se hace pública la acusación de espionaje y se le traslada a la cárcel de Rzeszow. El día 7 recibe la primera vista del Cónsul español en Varsovia y no es hasta el 23 de marzo cuando se hace público uno de los motivos de su detención: consideran que Pavel Alekseevich Rubtsov, su nombre de nacimiento, es su alias como espía. La familia y su abogado han explicado la razón de los dos nombres legales de Pablo.
Primer año en prisión. El 22 de abril es trasladado a la prisión de Radom, a unos 100 kilómetros de Varsovia, y un mes después se aprueba la solicitud de la fiscalía de prolongar su detención tres meses más. Durante todo este tiempo, Pablo está aislado e incomunicado. El 31 de mayo su familia recibe la primera carta desde Polonia. Pablo cuenta que está bien, que está aprovechando para leer, escribir y hacer ejercicio, pero que la espera se le está haciendo muy larga. En agosto de 2022 se vuelve a prorrogar la prisión preventiva por otros tres meses y el 15 de septiembre, el propio periodista presentó un recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para denunciar su situación en prisión: “Yo, Pablo González Yagüe, soy directa y personalmente víctima de una violación de la Convención de Derechos Humanos [...]. La celda y el baño son monitoreados constantemente por cámaras, lo que provoca una gran incomodidad y sensación de humillación por la falta de intimidad [...]. Durante meses he sido sometido a un aislamiento excesivo, injustificado y prolongado, no sólo de mi familia, sino también del mundo exterior e, incluso, de otros internos”. La primera visita del ámbito familiar que recibe Pablo es el 21 de noviembre, cuando su esposa y madre de sus tres hijos, Oihana Goiriena, lo visita en la prisión polaca de Radom. Se reúnen durante dos horas, bajo el escrutinio de una agente de la inteligencia polaca y diferentes funcionarios de la prisión.
Año 2023. En enero de 2023, el Tribunal polaco vuelve a rechazar la apelación contra la prórroga de prisión dictada sobre Pablo González. Ante esta situación, el entorno del periodista inicia una campaña de recogida de fondos para costear los gastos derivados de su asistencia legal. El 28 de febrero se cumple un año de su detención sin que aún se conozcan cuáles son las “pruebas firmes” que decían tener las autoridades polacas para mantener las acusaciones que pesan contra él. El 16 de junio recibe una segunda visita familiar. En esta ocasión, Pablo se reencuentra con su madre, su hijo mayor y su esposa. Otra vez bajo extremas medidas de vigilancia y sin un momento íntimo con sus familiares.
Febrero de 2024. La Justicia polaca prorroga por octava vez la prisión provisional a Pablo González. A estas alturas del año, el caso del periodista vasco sigue rodeado de un gran secretismo y privación de derechos. Lleva dos años sin poder hablar con sus hijos por teléfono y aún no hay fecha para un juicio justo. La Asociación #FreePabloGonzález exige, una vez más, que se dejen de vulnerar los derechos de Pablo, que se respete su presunción de inocencia y que se le juzgue ya respetando la ley. "La justicia que tarda deja de ser justicia".