Despertamos descansadas. Hemos quedado con Yanina para recoger los libros que le llegaron de la primera encomienda que mandamos; la segunda con los libros de José Iglesias nos dice que todavía no le ha llegado ya que suele tardar sobre una semana.
Con las indicaciones de Javier cogemos un colectivo y llegando a su casa nos la encontramos que va a comprar algo para que desayunemos. Su departamento es precioso, con cuatro alturas y decorado con muy buen gusto. Es una lástima que tenga que dejarlo dentro de dos meses porque vuelve su dueña. Desayunamos con ella, cogemos la maleta y las cajas de libros y llamamos a Nano para que venga a recogernos. Nos pasamos por casa de su cuñada a recoger a Peque y a Andrea y marchamos todas, las seis personas y los mil libros que ya echábamos de menos llevar a todas partes. Paramos a comprar los billetes en la terminal y nos vamos hacia el terreno que tiene medio okupado medio comprado la Asamblea Popular Plaza del Ombú (el ombú es un árbol típico de aquí).
Allí nos encontramos con Javier y con Marta (que no pudo venir a casa de Yanina porque en el coche no cabíamos más gente) y con la gente de este colectivo. Vimos el terreno de huertos que tienen y el invernadero con planteles. Pero como ya era la hora de comer (no os podéis imaginar la cantidad de tiempo que se pierde en algunas de estas ciudades en los desplazamientos), paramos y comimos con ellos un asado y unas empanadas que habían preparado en un horno de leña que tienen.
Durante la comida charlamos animosamente con ellos sobre múltiples cuestiones; nos comenzaron preguntando si en Europa los hippyes van a la Plaza Ombú y otros lugares de Latinoamérica igual que los hippys argentinos van al Machupichu!!!. después una magistral clase de historia de Rosa les estuvimos contando sobre Baladre y el propósito de nuestra visita, la Renta Básica de las Iguales...
Al final, nos enseñaron los distintos espacios de su proyecto y nos estuvieron contando diversas cuestiones que les preguntamos. Tienen un local donde hacen pan, empanadas y pizzas que venden en la calle y en locales amigos. En otro local anexo muelen trigo para hacer harina. Dicen que venden unos 1600 kilos al mes. Estas dos actividades les permite ganarse la vida a dos personas de allí, un panadero que se quedó sin trabajo en la crisis argentina de 2001 y otro chico que llegó más tarde.
También vimos una biblioteca donde hacen talleres para niños y para jóvenes del barrio, algunos de los cuales llevan ya varios años. Nos contaron que están a pocas cuadras de otro barrio donde hay mucha droga y violencia y que conviven con ello, intentando que los jóvenes vean en este proyecto otra alternativa distinta a eso. Muy interesante también la labor que hacen con una chica de 14 años, que ha sufrido violencia y ha estado viviendo en la calle, y que ahora vive en casa de algunos de ellos y está dentro del proyecto.
Tras las despedidas volvimos en colectivo a casa de Mariana y Javier y Mora y Simón, y estuvimos descansando y viendo por internet unos sketches de impronta argentina (Malena Pichot, de la que os recomendamos que veáis los que tiene sobre violencia obstetricia y otros que podéis encontrar por internet). Cenamos y a acostar, que ya está bien por hoy.
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