Compromiso y nuevas metodologías educativas para un mundo en colapso

portada libroBaladre y Zambra publican el libro colectivo Miradas que educan. Diálogos sobre educación y justicia social

rebelion.org. Enric Llopis.- La obra, de 240 páginas y 22 artículos, está orientada a las estudiantes, docentes, educadoras y trabajadores de la intervención sociocomunitaria.

La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, afirmaba el expresidente de la República Sudafricana y líder en la lucha contra la segregación racial, Nelson Mandela. Partiendo de esta premisa, coordinación Baladre e Iniciativas Sociales Zambra han editado el libro colectivo Miradas que educan. Diálogos sobre educación y justicia social, coordinado por el pedagogo Juan José Vergara y el profesor Francisco J. Murillo. La obra, de 240 páginas y 22 artículos, está orientada a las estudiantes, docentes, educadoras y trabajadores de la intervención sociocomunitaria.

El pedagogo, docente (con más de 35 años de experiencia) y presidente del Laboratorio de Innovación Educativa (LABINE), Juan José Vergara, recupera una de las frases célebres del filósofo Jean-Jacques Rousseau, como referente de las Metodologías Activas: “La mejor escuela es la sombra de un árbol”. Asimismo recuerda las cifras de UNICEF (diciembre 2020) sobre el precipicio digital infantil: dos de cada tres niños en edad escolar del planeta (1.300 millones) no tienen conexión a internet en sus casas. Y en India, “más de 50 millones de niños y niñas no son capaces de leer su nombre”.

Ante un mundo “desigual, injusto e inhabitable”, Vergara defiende una mirada distinta del aprendizaje, en que éste no quede reducido a una transmisión intergeneracional de contenidos y valores. También valora la creatividad: no existe una respuesta única a los problemas.

Aprender es una aventura, un acto colectivo y reflexivo en el que se desarrolla el pensamiento crítico; pero además es imprescindible actuar. Aprendemos haciendo, implicándonos directamente en el contexto”, sostiene el autor de Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en proyectos (ABP) paso a paso. Por ejemplo, en el conocimiento de un barrio –por parte de un escolar- recorriendo las calles y hablando con sus habitantes.

Maestro durante más de dos décadas, David Santos Alejo participa en el portal digital y podcast Píldoras de Educación y forma a profesores en metodología y tecnología. En su artículo subraya que más de 3.000 centros educativos públicos del estado español no cuentan con una conexión a Internet de alta velocidad.

Junto a la importancia de la responsabilidad –por parte de docentes y familias- en el tiempo que el menor pasa ante las pantallas, Santos otorga prioridad a la pedagogía; así, “la tecnología en la educación sólo tiene sentido cuando le damos un propósito, una intención”. Propone, por tanto, hacer un uso crítico y humanizarla. A menudo, añade el maestro, la tecnología se utiliza en el aula para sustituir aspectos ya conocidos (por ejemplo libros de texto por digitales).

La tecnología, por sí sola, sin unas directrices y apoyo, no contribuye apenas en el desarrollo de la creatividad. La tecnología debe ser ‘invisible’ poniendo el foco en lo cognitivo, en la curiosidad, en la experimentación y en la colaboración (…). También debemos ser capaces de gestionar la atención en un mundo digital en el que tenemos un exceso de información”, explica David Santos.

Manuela Mesa forma parte de la Cátedra UNESCO de Educación para la Justicia Social y es codirectora del Instituto de Derechos Humanos, Democracia, Cultura de Paz y no Violencia (DEMOSPAZ). Remata su artículo con una reflexión de María Zambrano, que considera la paz como un ideal situado más allá de un posicionamiento concreto; se trata, según la filósofa, de una revolución, una forma de vivir, de habitar el planeta y ser persona. La Educación para la Paz cuestiona la guerra y la violencia como hecho inevitable o medio eficaz para la resolución de conflictos, defiende Manuela Mesa.

Cita entre otros al pedagogo y psicoanalista austriaco Bruno Bettelheim (1903-1990), autor del libro Educación y vida moderna: “La violencia es el comportamiento de alguien incapaz de imaginar otra solución a un problema que le atormenta”. La socióloga y antropóloga pone el acento en la idea de “cuidado” para el sostenimiento de la vida; la “vulnerabilidad” de los seres humanos; el concepto de “interdependencia”, así como los saberes y experiencias de las mujeres (la iniciativa 1.325 mujeres tejiendo la paz, de CEIPAZ, recoge las historias de vida de Elise Boulding en Noruega; Somaly Man en Camboya; Vandana Shiva en India o Lydia Cacho en México).

En el texto inicial del libro, el profesor en Métodos de Investigación y Evaluación en la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), F. Javier Murillo, resume en cinco puntos la idea de Educación para la Justicia Social; son la inclusión y el trabajo en equipo (profesorado, escolares y comunidad educativa “sienten el centro como suyo y trabajan duro para mejorarlo”).

De hecho, agrega Murillo, el aprendizaje es un asunto de todos: estudiantes, profesores y familias; y ha de promoverse la atención a la diversidad (“nada hay más injusto que un trato igual para personas diferentes”, por clase social, cultura, género o sexualidad); el autor apunta la necesidad de que la escuela trabaje con las asociaciones locales y su implicación en los problemas del barrio; por último, la democracia y participación –por ejemplo mediante las asambleas de aula- ha de cuidarse especialmente respecto a los colectivos marginados.

El artículo Las lentejas de mi abuela: alimentación, educación, feminismo y justicia social, de la educadora popular Alicia Medina, recoge dicotomías como agroecología o barbarie; petrodependencia frente a inter-ecodependencia y la superheroína de ficción Mujer Maravilla en contraposición a Las Kellys (colectivo de mujeres que limpian en los hoteles).

La autora critica que, en la pirámide alimentaria de la educación convencional, se omitan las referencias a la explotación laboral, migraciones en temporadas de cosecha, emergencia climática, publicidad engañosa, contaminación por agroquímicos, origen de la diabetes, cocina saludable o feminismo (según la FAO, las mujeres rurales suponen cerca del 40% de la fuerza laboral agrícola en los países del Sur, “pudiendo llegar a más del 50% en determinadas partes de África y Asia”; sin embargo, menos del 20% de los propietarios de la tierra en todo el mundo son mujeres).

Miembro de la Red Canaria en Defensa del Sistema Público de Servicios Sociales (REDESSCAN) y Baladre, M. Koldobike Velasco propone enfocar las miradas a los derechos y la acción socio-educativa emancipatoria, frente al vigente sistema capitalista, colonial y patriarcal. Y además defiende que todas las personas se conviertan en agentes de transformación, mediante los vínculos comunales; cuidando lo político y politizando los cuidados; o haciendo visibles los conflictos, para resolverlos de modo no violento y buscando la verdad.

La barbarie actual produce cegueras e impone su mirada occidental –androcéntrica, antropocéntrica, etnocéntrica (racista y colonialista)- y su sentido común. “Como nos enseña Foucault, actúa a través de microrrelaciones de poder que son mucho más eficaces por su proximidad e invisibilidad”, afirma la activista.

Sobre las cárceles y los centros cerrados (CIE y centros de menores) escribe en Miradas que educan Emiliano de Tapia Pérez, integrante de Baladre y la asociación ASDECOBA en Salamanca. Resalta que, entre finales de los años 70 del siglo XX y la primera década de la centuria actual, en el estado español, el número de personas presas pasó de 18.000 a más de 70.000.

Las causas más destacadas de la reclusión derivan de “importantes conflictos sociales” no resueltos, como la mayor pobreza y el menor nivel educativo. Emiliano de Tapia considera el siguiente dato para definir la cárcel como un instrumento básicamente punitivo: “El porcentaje de funcionarios de vigilancia se sitúa en torno al 40%, mientras que los de tratamiento no llegan al 3%”; y concluye de este modo: “Vivimos en una sociedad enferma, en la que no existen formas de prevención”.

En el texto colectivo de Zambra y Baladre han colaborado Labine y la Cátedra UNESCO en Educación para la Justicia Social. El libro incluye las reflexiones de Raúl Zibechi sobre La Educación popular en los movimientos sociales; Manolo Bayona y Ruth L. Herrero, en torno a Renta Básica de las Iguales y justicia social; e Isa Álvarez y Luis González Reyes, que introducen las perspectivas del ecofeminismo y el colapso, entre otras.

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