Tenemos a cada taza de café caliente y poco mas para desayunar cuando vienen a visitarnos las chicas de La Chispa, que nos traen unas pastas!!! Un poco de vergüenza mal aprendida hace que no saltemos a las pastas como leonas hambrientas ja ja ja.
Preparamos agua para el mate y prestamos nuestros oídos a sus ideas.
LA TXISPA son un grupo de Artesanas textiles, diseñadoras que están buscando sacar sus productos con una nueva formula fuera del mercado capitalista y quieren compartir su idea y ver que fórmulas administrativas podrían utilizar para evidenciar sus ideas. Sin mayor base económica y sin ambición de hacerse de oro. No quieren entrar en la vorágine de comprar textiles que signifiquen explotación y la mano de obra la ponen ellas. El proyecto lo tienen claro. Vamos a intentar darles todo el apoyo que podamos, les facilitamos algún contacto que en ese momento tenemos y ya surgirá algún enredo , la experiencia nos dice que siempre surgen...invariablemente alguien conoce a alguien.
Y, entre tanto, nos mostramos prudentes dejando alguna galletita para el desayuno de mañana. Contándonos y contándoles se acerca la hora del almuerzo.
En el comedor de la Universidad nos encontramos con Olga, que a su vez ha quedado con Mika, nos esperan las Mujeres en Pie del barrio Cucara. Mika es psicóloga y parte de su trabajo lo desarrolla con mujeres en uno de los barrios mas empobrecidos de las afueras.
Cucara es una villa con gran nivel de violencia y droga. En este barrio se contabiliza el mayor número de embarazo en adolescentes.Barrio Cucara. Territorio de Rodrigueza. Así es como nos lo presentan y es que los Rodrigueza han sido los “dueños” de este barrio durante años y como feudo mafioso compraban, vendían o atemorizaban si era el caso, todo ello en connivencia con el gobernador de turno. Hasta que en el 2004 un cambio de gobernador comenzó a asistir a las vecinas creando espacios sociales y psicólogas articuladas con centros de salud. Durante unos años Cucara fue cambiando, aunque los Rodrigueza no cejaron en su actitud de señores feudales y en el 2016 vuelve a ser “su” barrio.
Actualmente sólo queda un centro social sin asistencia y mantenido por las vecinas a base de mucho valor. Queda algún taller que articula la municipalidad. Aquí es donde nos lleva Mika.
Pero las verdaderas heroínas de esta lucha son las vecinas, todas mujeres, que recuperan el espacio. Y aunque Cucara se haya fraguado con violencia, droga y miedo, nosotras nos encontramos con unas mujeres que han aprendido a empoderarse dentro de unas vidas duras, marginadas por sus propias familias y maltratadas por sus maridos.
Una con maltratos físicos con secuelas de por vida, otras con psicológicos que les han destrozado la estima. Ninguna de ellas se ha separado de su marido porque la vida en pobreza es así de cruel y la economía es otro lastre, pero todas han aprendido ha hacerle un corte de mangas al patriarcado. A sus maridos no les gusta el centro social y, a estas alturas, ellas se ríen.
El año pasado acudieron, por primera vez, a una marcha feminista, con la determinación de que ¡ya vale!. Las Mujeres en Pie peinan canas y nunca se habían sentido tan libres como en este espacio.El teatro les ofrece la doble función de terapia y altavoz. Escriben los guiones basados en sus vidas y experiencias . Sueltan las denuncias al viento para que quien quiera oír que oiga.
Aquí, en el centro social que defienden, se auto ayudan, lloran sus penas , ríen sus alegrías. Todas nombran al grupo como su familia.
¿Qué podemos decirles nosotras? Nos sentimos abrumadas por su fortaleza, por que ellas son las defensoras de este oasis social y no sólo no están dispuestas a perderlo si no que cada día animan a vecinas y amigas a acudir al centro.
Los Rodrigueza siguen y Cucara no cambiará en dos días, pero este Centro Social y Las Mujeres en Pie son una esquirla en el zapatopatriarcal del barrio.
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