Seguimos con las crónicas de lo vivido en los últimos días. Son tantas las experiencias y las ganas de pasar tiempo con las personas que vamos reencontrando y conociendo que se nos hace difícil poder ir reportando día a día todo lo que vamos compartiendo.
El miércoles a la tarde, después de pasar la mañana en la Asamblea Legislativa de Bahia, tomamos rumbo a Simoes Filho. Tocaba volver a la comunidad Terra Mirim para conocer más en profundidad al proyecto y la lucha que en estos momentos están llevando a cabo junto con otras comunidades contra la instalación de un vertedero en su territorio.
Pero primero vamos a situarnos. Estamos en el valle del rio Itamboatá, una tierra que primero fue habitada por el pueblo tupinambá y en la que hace unos docientos cincuenta años se formaron hasta ocho quilombos (comunidades fundadas por población africana que huía de las haciendas). En el subsuelo de ese lugar, declarado como zona de proteción ambiental, se encuentra uno aquífero de gran valor, el segundo mayor de Brasil y el quinto del planeta. Para disponer de ese mar de agua dulce en los años setenta se instaló un polígono petroquímico en la zona. Hoy en día los intereses del capital siguen avanzando y presionando a las comunidades locales para la instalación de iniciativas empresariales que suponen perjuicio social, ambiental y cultural.
En su día la duplicación de la autovía que corta el territorio generó luchas y cortes de carretera. Hace unos meses es el proyecto de la empresa Naturalle la que vuelve a mobilizar a las comunidades del valle en contra de su instalación. Esta empresa pretende construir dos vertederos de residuos urbanos, hospitalarios, industrial y de construcción civil, lo que supondría un total de quinientas toneladas de basura al día, afectando de forma directa la vida y el territorio en el que actualmente habitan más de diez mil personas. Una zona rica en comunidades tradicionales que viven de forma sostenible (quilombolas, pequeñxs agrilcultorxs, comunidades espirituales, hierbateras, etc).
Hace cuatro años la empresa empezó a comprar tierras de forma sibilina, mucho antes de tener aprobada la licencia por la municipalidad en un proceso calificado como opaco por las comunidades locales. Luego llegaron las promesas de generación de empleos con el objetivo de ganar el beneplácito de la gente. Pero ante la oposición popular al proyecto, pronto empezó la violencia empresarial. Inicio de obras antes de concluir el proceso de alegaciones al proyecto, acoso e intimidación constante de las comunidades, ocultación de información, llegando al asesinato de un líder comunitario local hace un mes escaso.
Las comunidades están mobilizadas y a día de hoy cuentan con informes desfavorables al proyecto de vertedero por parte de la empresa estadual de gestión de aguas (ya que el acuífero abastece el área metropolitana de Salvador), del Ministerio Público y otras instituciones.
En la charla que tuvimos con Dhavi y Mabel nos trasladaron su confianza en que solamente a través de la denuncia pública y la difusión del caso se podrá paralizar este proyecto absurdo. Las baladrinas no podriamos estar más de acuerdo. Por eso dejamos aquí el link de Terra Mirim para ampliar información sobre ese interesante proyecto comunitario y la campaña de recogida de firmas que están llevando a cabo:
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