Se fue una baladrina, AGUR PAQUITA, HASTA SIEMPRE
Paquita S. Bartolomé, la amiga que me recogió en su casa, con la espalda rota de porrazos de la policía. La que vino a Comisaria a pedir verme y me salvó de los golpes en aquella detención. La baladrina que hacía de la amistad su tarjeta de visita, fiel como ella sola, solo sabía serlo, manteniendo sus visiones y opiniones, desde el respeto a la diferencia.
Mi amiga Paquita estaba enferma, su cuerpo decía basta en los últimos meses a tantos años de actividad de dar para todas. Amaba su país, Valencia; se emocionaba recordando su infancia. Pero tenía dos amores y el otro era: ABETXUKO, fue de las primeras que llegó y aquí se quedó.