Día sin compras, Día sin Amazon

viñeta15-M RONDA. En pocas palabras.- El impacto ambiental de las compras desaforadas durante momentos como el Black Friday es insostenible. Según la revista muy interesante, sólo durante este día de 2020, las personas consumidoras gastaron 9.000 millones de euros en compras online. Amazon facturó 10.000 dólares por segundo y fue precisamente en ese día cuando alcanzó el récord de ventas, lo que hizo que el evento del año pasado fuera el más contaminante de toda la historia de la humanidad.

Esto es así porque el 80% de nuestras compras del Black Friday acaban en la basura después de uno o incluso ningún uso. Un estudio publicado en noviembre de 2021 sugiere que las compras online de este Black Friday podrían provocar la emisión de 386.000 toneladas de carbono a la atmósfera.

Procedente de Estados Unidos, el Viernes Negro, prolongado al Ciberlunes de rebajas en la compra por Internet, se ha convertido en una de las jornadas más consumistas del año a nivel global, impulsada por el lanzamiento de ofertas para incentivar las compras y comenzar la campaña navideña.

Por el contrario, el Día sin Compras se propone como un día para reflexionar y cuestionar el actual modelo de producción y consumo que muestra claros síntomas de agotamiento, a la vez que resulta incompatible con el contexto de crisis climática.

Se trata de un sistema insostenible ambientalmente por su dependencia de los combustibles fósiles y su incidencia sobre el clima, el impacto de la extracción de materias primas o la generación de residuos.

Pero también es insostenible socialmente, pues se basa en la reducción máxima de los costes laborales, con su incidencia sobre las trabajadoras y los trabajadores, y que contribuye a la concentración de la riqueza al quedar controlado por gigantes como Amazon, expulsando a miles de pequeñas personas productoras y comerciantes.

¿Adicción por las compras? Ese efímero momento de satisfacción que genera la compra no contribuye a ninguno de los aspectos de nuestra vida vinculados a la felicidad. Estudios como los de Grant y Terman concluyen que la calidad de las relaciones sociales es el principal ingrediente para lograrla, por lo que se mantiene una constante espiral de insatisfacción.

En 1915, el psiquiatra Emil Kraepelin lo definió como la “manía por las compras” u “oniomanía”. En 1924, Eugen Bleuler lo redefinió como un “impulso incontrolable por las compras” o “locura impulsiva” junto a la cleptomanía o piromanía. Recientemente, se ha vuelto a redefinir como trastorno adictivo u obsesivo-compulsivo a pesar de no incluirse en los manuales diagnósticos de referencia en salud mental.

La pérdida de control en las compras podría considerarse no solo un problema individual, sino el síntoma de un problema social. La expresión del consumismo, que se caracteriza por la compra o acumulación de bienes y servicios no esenciales, constituye el fin último de la economía para garantizar el crecimiento constante.

Las marcas compiten por vender más y las personas consumidoras por comprar más. Según el economista Víctor Lebow, el consumismo se ha convertido en una forma de vida. Así, mientras que los niveles de consumo han alcanzado máximos históricos tras la pandemia, los problemas de salud mental también registran cifras récord.

Habría que tener en cuenta lo que Ecologistas en Acción nos propone:

  1. Combate la compra compulsiva a golpe de clic. Recuerda que el consumo sostenible está basado en lo que verdaderamente necesitas.
  2. Cubre tus necesidades básicas sin comprar, es la solución más sostenible: repara, intercambia, comparte, crea…
  3. Si necesitas comprar un producto, apoya al pequeño comercio y de proximidad.
  4. Si no puedes comprar presencialmente, utiliza plataformas locales que unen a comerciantes de cercanía.
  5. Aplica criterios de compra sostenible y justa.

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